La fuerza no proviene de nosotros

Llevamos el tesoro de conocer a Jesús en vasijas de barro, para que quede claro que la fuerza de Dios no proviene de nosotros. Nos aprietan, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan.


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