El colectivo LGTB no tiene ningún problema de salud específico, es decir, no hay ninguna condición que afecte sólo a sus miembros, pero sí «hay una mayor prevalencia de ciertos problemas de salud»
«en algunas facultades la homosexualidad se sigue impartiendo como enfermedad»
Cinco horas en toda la carrera. Eso es lo que dedican, de media, los estudiantes de medicina en EEUU y Canadá a estudiar la salud de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales (LGTB), según los resultados de un estudio. En España, la situación no es mucho mejor, a pesar de que los expertos y las organizaciones médicas coinciden en que es necesario mejorar esta enseñanza, ya que este colectivo afronta riesgos y necesidades específicas que los futuros médicos deben conocer para poder ofrecer una asistencia de calidad e igualitaria.
El trabajo, publicado en la revista ‘JAMA’ y elaborado por expertos de la Universidad de Stanford (EEUU), refleja las carencias de los programas lectivos de las facultades de Medicina norteamericanas, en lo que a salud LGTB se refiere. Uno de cada tres decanos entrevistados reconoció que en su centro no se dedicaba ni una sola hora de clase a estos temas. El 70% calificó la calidad de la enseñanza de pasable, pobre o muy pobre.
El colectivo LGTB no tiene ningún problema de salud específico, es decir, no hay ninguna condición que afecte sólo a sus miembros, pero sí «hay una mayor prevalencia de ciertos problemas de salud», como recuerda la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) en un documento hecho público con motivo de la celebración del Día Europeo de los Derechos de los Pacientes. Esto se traduce en una serie de necesidades especiales acerca de las cuales los profesionales médicos deben estar informados y formados.
Pero, «durante la carrera, desde la formación médica oficial, no se estudia un abordaje específico de los pacientes que pertenecen al colectivo LGTB. No tenemos noticia de que figure como objetivo docente de ninguna asignatura», explica Irene Fernández, vicepresidenta de Asuntos Internos IFMSA-Spain, la Federación Española de Asociaciones de Estudiantes de Medicina para la Cooperación Internacional. «Aún así -matiza- estos temas sí se estudian en diferentes asignaturas. No siempre en el grado o en el enfoque que desearíamos, pero se hace».
El punto de vista del profesor
La calidad y la profundidad con la que se explican estas cuestiones «dependen del profesor que imparte la clase», señala Fernández. «Está muy sujeto al punto de vista de cada uno de ellos». Tanto, que «en algunas facultades [la homosexualidad] se sigue impartiendo como enfermedad», reconocen desde IFMSA-Spain, a pesar de que se excluyó de la clasificación de trastornos mentales (el DSM) en 1973.
Otras veces, el colectivo aparece englobado en el erróneo término ‘homosexuales’ simplemente como grupo de riesgo -por ejemplo, en enfermedades de transmisión sexual-. Esto refleja dos problemas: por un lado, se define el todo por una de sus partes (los varones homosexuales), cuando las problemáticas no siempre son las mismas. Por otro, se pone el acento en el grupo y no en las prácticas, lo que supone un sesgo y un elemento de discriminación fuera y dentro de los LGTB.
Los más perjudicados son la homosexualidad femenina, la bisexualidad y la transexualidad, «temáticas que no son visibles en los programas curriculares», destaca Fernández. El primero está asimilado dentro del concepto gay, el segundo «es un tema aún menos abordado y se asocia con la promiscuidad» y el tratamiento que recibe el tercero tiene «bastante variabilidad».
Ante esta situación, IFMSA-Spain creó en 2002 el Grupo Temático de Salud Reproductiva, Sexualidad y SIDA (SCORSA). «De esta forma -explica su vicepresidenta-, siguiendo un proceso que parte desde la detección de carencias formativas hasta la programación de un evento, se ha profundizado en estos temas».
Se trata de jornadas, sesiones formativas o grupos de comunicación ‘on-line’ que permiten a los alumnos interesados aumentar sus conocimientos acerca de la salud LGTB. Recibir la información adecuada «es importante para evitar prejuicios infundados no basados en evidencia científica que conduzcan a una práctica médica errónea», asegura Fernández.