Juan Masiá: «Se echa de menos en la Iglesia una moral prudente con la homosexualidad». Artículo tomado de Periodista Digital.
Ante afirmaciones opuestas sobre la homosexualidad, hay que aclarar para el alumnado en clase de moral teológica cristiana. Hay que evitar :
1) La manipulación ideológica del tema por posturas políticas de signos opuestos.
2) Las formas exageradas de algunas reivindiciones, que hacen flaco favor a su causa.
3) Las declaraciones desde posturas religiosas condenatorias.
4) El fomento mediático-satírico de la discriminación socio-cultural, que alimentaprejuicios homofóbicos.
5) La insistencia en terapias centradas en cambiar la orientación sexual de la persona, empeñadas en considerarla desdeperspectiva patológica.
Los documentos oficiales de la Iglesia, aunque han mejorado, siguen sin superar laambigüedad cuando acentúan lo desordenado de la orientación, aun reconociendo que no es pecaminosa.
Se echa de menos una moral de prudencia responsable que, a la luz de criterios, decide creativamente en situaciones, en vez de una moral de recetas, que aplica automáticamente normas a casos.
Aun con insuficiente de la enseñanza católica oficial, es posible, al menos decir lo siguiente:
1) La orientación homosexual en sí misma no es un mal moral (Véase la Instrucción de laCongregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre el cuidado pastoral de personas homosexuales, 1986, n. 3).
2) La comprensión de la sexualidad no debe reducirse a sus aspectos biológicos.
3) El conjunto de la personalidad no puede reducirse a la orientación y el comportamiento sexual (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 2359).
4) Algunos textos de la Escritura en que se alude a prácticas homosexuales deben ser leídos en el contexto de denuncia de las costumbres sociales de la época; no deberían utilizarse para juzgar culpabilidades (Véase la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la fe, Persona humana, 1975, n. 8).
5). En lugar de concentrarse en la moralidad, habría que tratar el problema de lasreacciones negativas con que se confronta este tema en la Iglesia y en la sociedad.
6) Las personas con una orientación homosexual no deberían ser discriminadas ni en la sociedad ni en la Iglesia (Catecismo de la Iglesia católica, n. 2358).
Sin embargo, estos criterios generales no bastan. La moral revisionista cristiana va más lejos. «Ninguna de las fuentes de la ética sexual cristiana proporciona luz suficiente acerca del estatuto moral de las relaciones homosexuales, cuando nos limitamos a preguntar simplemente si están prohibidas o permitidas», dice Margarte A. Farley. «La orientación sexual no se elige ni se cambia fácilmente. No es por sí misma moral, ni inmoral ni premoral» ( A Framework for Christian Sexual Ethics, Continuum, New York, 2008, p. 273) La actividad sexual que brote de ella podrá ser moral o inmoral», dicen Salzman y Lawler (The sexual person. Toward a renewed catholic anthropology, Georgetown University Press, Washington D.C., 2008, p.235).
Ni el hecho de que procedan de una orientación homosexual hace a esos actos inmorales, ni el que provengan de una orientación heterosexual los hace morales. Sobre unos y otros habrá que preguntar si la relación es razonable, responsable, justa, complementaria, amorosa, humanizadora… o si no lo es. Igualmente, ni el mero hecho de ser extramarital una relación la convierte por ello automáticamente en moralmente incorrecta, ni el hecho de de acontecer dentro del matrimonio la exime de tener la doble posibilidad de ser correcta o incorrecta moralmente. Incluso un autor como Vico Peinado, que conjuga la apertura de criterio con un cuidado exquisito por no desviarse del magisterio eclesiástico y afirma que «en el plano del ideal tensional de los valores la homosexualidad no es el camino mejor para encarnar la dirección humana y cristiana de la liberación sexual», afirma al mismo tiempo que este juicio acerca de los valores no permite concluir que quienes no respondan a estas exigencias sean éticamente condenables e insiste en el hecho de que el comportamiento homosexual es tan variopinto como pueda serlo el heterosexual (Liberación sexualy ética cristiana, San Pablo, Madrid 1999, 433-492)