Hablándoles al corazón

En el viaje que hizo Pedro Fabro a pié, según la práctica de los primeros jesuitas iniciada por Ignacio, un día se perdió y una familia lo acogió con mucha amabilidad. Tras la cena les habló de Dios como él solía hacerlo. Mientras todos estaban pendientes de sus labios, dieciséis facinerosos provistos de armas blancas y fuego entraron tumultuosamente y hubo que servirles de todo sin lograr que se calmaran. Al observar la apacible calma de Fabro, se encararon con él. Él les echo en cara su conducta con tal autoridad y elocuencia que se quedaron sin respuesta. Con el respeto así ganado, les habló al corazón y ellos acabaron pidiéndole que les confesara.


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