Comprendiendo que el «fundamento» es un todo orgánico, donde no hay jerarquía sino que es una unicidad del SER donde cada fundamento es solo una faceta de expresión, pues yo le respondí claramente a Ignacio de Loyola:
Mi fundamento es diversidad, inclusión, servicio, cruz y oración. (Continuación)
Hablar de SERVICIO es hablar de esencia y de vocación. Para algunas almas es una característica innata, una cualidad. Para otras almas es una particularidad recibida, complementariamente, en su búsqueda vocacional. Más temprano o más tarde toda alma, en un verdadero camino espiritual, llega al SERVICIO, es moldeada por el SERVICIO y debe incorporarlo.
Ya cuando tenía 11 años, en la iglesia no católica a la que pertenecía junto a mi familia, me hicieron lo que hoy se llamaría un test vocacional de cualidades. Allí lo que se reflejó en primera instancia era «vocación de servicio».
Para mí no significo mucho hasta varios años después pero es una de esas cosas que se recuerda fuertemente de la niñez.
Durante un tiempo esto fue un signo de interrogación en mi vida hasta que llego mi primera conversión y mi entrada en el catolicismo. A partir de ese momento, aquello que veían los demás, comencé a verlo yo pero ya como una necesidad. Mi vocación de servicio comenzó con el trabajo de voluntariado con pacientes oncológicos (niños y adolescentes) y en un cottolengo.
A partir de allí, el SERVIR, ha pasado por múltiples formas de expresión y , abarcado cada día más, los diferentes aspectos de mi espiritualidad y de mi ser persona.
Hablar de SERVICIO es hablar de exposición. Es una salida de sí mismo y un ir hacia fuera. Siempre aparece el pánico pero mayor es la confianza en aquello que te impulsa.
La exposición, en este mundo que vivimos, modifica el entorno: lo une y lo consolida, o lo divide y plantea separación y es el «siervo» quien está en medio de esto.
Para entenderse mejor: cuando uno hace algo «el mundo» se divide entre los que hablan contigo y los que hablan de ti.
Los primeros son aquellxs que ven la luz, reciben el bienestar o se identifican con la necesidad solventada por el servicio: almas emulantes, generosas y agradecidas.
Los segundos son aquellxs que se fijan en los mínimos detalles para ver «los fallos humanos» que les da motivos para hablar de ti. No es la emulación lo que las motiva sino la comparación: almas cerradas a aquello que no proviene de sí mismas.
No importa. Esto es uno de los grandes desafíos y aprendizajes del alma que anda en servicio: aprender a aceptar la generosidad o el rechazo ya que lo único importante es la recta intención de servir a «AQUEL» de quien proviene la vocación de servicio y los servicios.
Cuidado con creer que el servicio es activísimo. Muchas veces el servicio se hace no haciendo nada demostrable externamente: diciendo «no» se puede servir, callando y no haciendo se puede servir y orando se sirve también.
Servicio: salir al encuentro del otro, arrodillarse a sus pies o quedarse de pie y ofrecer, a través de nuestras miserias, la riqueza de Dios.