Quiero …
Que los jóvenes sean rocas ante la tempestad,
pero sensibles a las espinas de la vida,
que descubran dentro de la sencillez la grandeza,
alimenten su interés en el universo del conocimiento
y el valor de la experiencia en la escuela de la vida,
sean luz que alumbren y reconforten al prójimo
y formen ríos cristalinos de honestidad y humildad
que desemboquen en el océano de la paz interna.
Quiero …
que los fracasos sean hierro que templa el acero,
alcancen dominio propio y tenacidad para nuevos retos,
sus senderos sean rectos y sin duros tropiezos,
pero que también aprendan a caminar cuesta arriba,
experimenten el sabor de la gratitud, el tesoro de la diáfana amistad
y la satisfacción enaltecedora del trabajo,
cultiven conciencia sana para descubrir errores,
rectificar y conocerse a sí mismo.
Quiero…
Que amen al Señor sobre todas las cosas,
gocen de Su bondad y del rocío de Su misericordia,
sientan Su luz y guía en su existencia
y cuando con sabiduría y tolerancia
mis hijos, su altura hayan alcanzado
yo pueda decirte Señor:
He sembrado y he florecido, mi misión ha culminado,
¡Estoy lista para ir contigo!