Profetizando con denuncia y renuncia. Poniendo a Dios primero y después a las instituciones. Intentando hacer cosas ordinarias con amor extraordinario. Porque Dios no busca a los capaces, sino que capacita a los que buscan. Saliendo de nosotros, de lugares cómodos para ir a otros distintos, donde a pesar de poder estar más incómodos, en realidad nos encontraremos mucho mejor. No queriendo hacer memoria de lo que sucedió, sino deseando vivamente celebrar lo que estar por venir. ¡Feliz Adviento!