Experimentando la tensión de la incoherencia de ser partícipes en mayor o menor medida de una sociedad movida por la riqueza y el poder. Experimentando que a través de nuestra propia debilidad, podemos ponernos en manos de Dios, para poder alcanzar la fraternidad gracias a la acción del Espíritu y centrarnos en buscar el Reino de Dios y su justicia, porque Dios proveerá lo que necesitemos.