Hoy pido, Señor, perdón por cultivar la enfermedad del exceso de responsabilidad, de no captar momentos de respiro, de no haber aún aprendido a estar. Aunque haya trabajo pendiente y haya que madrugar, porque hay momentos únicos que no se pueden dejar pasar. Aunque parezcan cotidianos, aunque haya cosas urgentes, aunque me den estabilidad. Hoy pido perdón pero también doy gracias. Porque a pesar de todo, ha sido y será, la responsabilidad, una fuente inmensa de felicidad.