La comunidad de fe y vida es un espacio para compartir la vivencia diaria de la fe a la luz del evangelio. Estas comunidades se reúnen periódicamente cada 15 días y permiten compartir vivencias personales en primera persona a la luz de los textos evangélicos. Para formar parte de esta comunidad es necesario que se solicite a través del correo de acogida (acogida@crismhom.org). Para no romper el ambiente de confianza entre las personas del grupo, es necesario acudir regularmente y solicitar formalmente ser un miembro más del grupo.
Reunión grupo de fe y vida
Martes 27 de enero de 2014
En esta reunión se tratará el capítulo 3 sobre «La Buena Noticia».
Examen del día
Busco un lugar tranquilo, hago silencio y caigo en la cuenta de que entro en la presencia del Señor. «Tú me sondeas y me conoces».
AGRADECER: le doy gracias a Dios por el día vivido y por todo el bien recibido: las alegrías, los gozos, los encuentros, el perdón y la fe. También por las dificultades, las luchas y las contradicciones encontradas, que me colocan en mi lugar. Aunque no siempre lo haya visto, Dios estaba allí presente, sosteniéndome y trabajando por mí.
PEDIR LUZ: pido al Espíritu luz para mirar mi vida con sus ojos, como la mira Él, para saber reconocerlo en el día que termina y para descubrir cómo ha estado volcado en mí. Le pido también que ilumine mis fallos y que sea su mirada la que descubra mis incoherencias.
TOMAR CONCIENCIA: presto atención a todo lo vivido. Y recorro los sentimientos y recuerdos que he experimentado: gozo, paz, miedo, duda, compasión. Recorro también las faltas que he cometido hoy: mi pobre fe, esperanza o amor, mis fallos de pensamiento, palabra y obra. ¿Qué me ha movido por dentro? ¿Cuál ha sido mi tono en este día? ¿Cómo ha pasado Dios por mí?
PEDIR PERDÓN: le pido al Señor perdón de corazón. Por mis pobres respuestas, por olvidar su presencia, por cerrarme a su amor.
ENFOCAR EL MAÑANA: con la confianza de saberme en las manos de Dios, le pido gracia para seguirle mañana más de cerca, un poco mejor. Y para corregir aquello que me separa de Él. Termino rezando con tranquilidad el Padrenuestro.
Oración de entrada:
Tesalonicenses 5, 16-24: Vive alegre, reza sin cesar, da gracias en toda ocasión, porque eso es lo que Dios quiere de ti, en Cristo Jesús. No impidas la acción del Espíritu Santo, ni desprecies el don de profecía. Somete todo a prueba y quédate con lo bueno. Abstente de toda clase de mal. Que el Dios de la paz te santifique en todo y que todo tu ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable hasta la llegada de nuestro Señor Jesucristo. El que te ha llamado es fiel y cumplirá su promesa.
Nos cuesta remontar en nuestro mundo relacional cuando las relaciones significativas de nuestra vida se quiebran. Sólo es posible transmitir el cariño y cercanía de Dios a través de nuestro propio calor. Necesitamos experimentar y escuchar de alguien la frase «Es bueno que existas». Aunque los animales no necesitan ser confirmados, la persona constantemente busca tímidamente un sí. Dios también busca relaciones, nos ha creado para tener relaciones. ¿Puede una relación cambiar tanto a una persona? Realmente sí, es posible. La fe se transmite desde el encuentro y el encuentro con Jesús nos cambia. El mundo está ansioso de relaciones (Alicia Fuertes).
Lucas 4:14-30: Y Jesús volvió en virtud del Espíritu á Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de alrededor, 15 Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos. 16 Y vino á Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme á su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó á leer. 17 Y fuéle dado el libro del profeta Isaías; y como abrió el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor es sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas á los pobres: Me ha enviado para sanar á los quebrantados de corazón; Para pregonar á los cautivos libertad, Y á los ciegos vista; Para poner en libertad á los quebrantados: 19 Para predicar el año agradable del Señor. 20 Y rollando el libro, lo dió al ministro, y sentóse: y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó á decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos. 22 Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23 Y les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate á ti mismo: de tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24 Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra. 25 Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una grande hambre en toda la tierra; 26 Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una mujer viuda. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fué limpio, sino Naamán el Siro. 28 Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas; 29 Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle. 30 Mas él, pasando por medio de ellos, se fué.
Oración de salida:
Filipenses 2,1-4: Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión,
les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.
Los gestos cotidianos valen más que mil palabras: compartir una comida, una mesa donde se habla, dar un paseo, contemplar un paisaje. La comparación, el juicio y la queja nos inundan y nos deshacen. Es un gran logro poder recibir la capacidad de no agobiarse, por el hondo convencimiento de saberse caído en la gracia de Dios (Alicia Fuertes).