Esta celebración extraordinaria del perdón tendrá lugar el jueves 12 de marzo de 2015 a las 20:30 en Barbieri 18. Dentro del marco de la Cuaresma y como preparación a la celebración de la Pascua de Resurrección, CRISMHOM organiza esta celebración extraordinaria del perdón y la reconciliación. En ella se celebrarará el sacramento católico de la Reconciliación para aquellas personas que quieran participar de él, en un ambiente de oración, reflexión de conciencia y celebración de la misericordia de Dios. Todas aquellas personas de otras confesiones cristianas son especialmente bienvenidas a unirse a esta celebración.
Celebración extraordinaria de la reconciliación
Madrid, 12 de marzo de 2014
Hemos pecado y nos sentimos mal. Ante Dios no necesitamos defendernos ni disculparnos. Él sabe de qué estamos hechos. Se acuerda de que somos barro (Sal 102). ¿A quién vas a acudir si no es a él? Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado. No me abandones, Señor (Sal 103).
Ahora sentimos pena. No hemos sido fieles. Siempre nos sucede lo mismo. No nos hagamos más daño. El amor de Dios es más grande que todas nuestras culpas. No nos trata como merecen nuestros pecados (Sal 102). Nos ama no porque seamos buenos, sino porque Él es bueno.
Meditemos dentro de nosotros: somos pecadores, pero nos sentimos amados. Ahora podemos comprender mejor el amor inmenso de Dios. No nos perdamos su mirada tierna sobre cada uno de nosotros. Sintamos cómo nos quiere. Dejemos hablar a nuestro corazón: Sánanos porque hemos pecado contra ti (Sal 40).
El perdón de Dios es total. Quita el pecado, lo destruye. Estamos de nuevo limpios. Somos inocentes. Acojamos el perdón creador de Dios: Señor, limpia mi pecado. Borra en mí toda culpa. Crea en mí un corazón puro. Renuévame por dentro. Devuélveme la alegría de tu salvación (Sal 50).
Canto 1: Pues nadie te ama como yo.
¡Cuánto he esperado este momento! ¡Cuánto he esperado que estuvieras así! ¡Cuánto he esperado que me hablaras! ¡Cuánto he esperado que vinieras a mí! Yo sé bien lo que has vivido, yo sé bien por qué has lloradoyo sé bien lo que has sufrido, pues de tu lado no me he ido.
Pues nadie te ama como yo, pues nadie te ama como yo. Mira la cruz, esa es mi más grande prueba, nadie te ama como yo. Pues nadie te ama como yo, pues nadie te ama como yo. Mira la cruz, fue por ti. Fue porque te amo. Nadie te ama como yo.
Yo sé bien lo que tú dices, aunque a veces no me hables. Yo sé bien lo que tu sientes, aunque nunca lo compartas. Yo a tu lado he caminado, junto a ti yo siempre he ido. Y aunque a veces te he cargado yo he sido tu mejor amigo.
El tiempo no perdona, perdonamos cada uno de nosotros. El olvido que da el tiempo no es el perdón. Para perdonar lo imperdonable, tratamos de comprender. Sin embargo la raíz honda del perdón es el amor sin comprensión. Ostentamos nuestro poder de perdonar, decidiendo y negociando el momento y la forma en que perdonamos. El verdadero perdón es incondicional.
La causa del perdón no es el tiempo, la comprensión o el poder personal de perdonar. Cuando el perdón ocurre, es un auténtico acontecimiento que se produce en un instante concreto, inspirado, «mágico», que se recuerda con día y hora rozando lo sobrenatural, que viene de fuera y nos sorprende hasta el punto de reconocer que no es nuestro. El perdón es ese instante, quizá desencadenado por un proceso previo, tras el que se inicia otro: la reconciliación.
Canto 2: En mi debilidad, me haces fuerte, en mi debilidad, me haces fuerte. Sólo en tu amor, me haces fuerte, sólo en tu vida, me haces fuerte, en mi debilidad, te haces fuerte en mí.
(A dos coros) Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compassión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. |
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. |
Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Purifícame …quedaré limpio. Lávame, quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría … Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. |
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso (Sal 50) |
Canto 3: Me levantaré e iré a mi Padre, le declararé: Te amo, Señor.
El perdón supone una relación no deseada con el mal que se nos hace, una vinculación con el resquemor, la venganza y otros sentimientos que experimento en mi interior y que conscientemente decido no volcar en los demás, para sufrirlos yo. No se puede perdonar a medias. Es preciso una renuncia, a veces faraónica, a uno mismo, a mis propias heridas.
El perdón consciente, incondicional y gratuito sólo puede darse cuando uno ha sido y se siente infinitamente querido y perdonado. Y tan agradecido por ello, que uno no puede sino imitar aquello tan grande que le han regalado.
Para los creyentes, el perdón verdadero, el más hondo y puro se realizó una vez en la historia: cuando Jesús con sus brazos extendidos en la cruz nos acoge diciendo: «perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen». Y tras ese instante sobrenatural, nos encomendó una tarea: la de intentar replicarlo con su ayuda hasta el confín de los tiempos.
Canto 4: La misericordia del Señor cada día cantaré.
Juan 7, 53 – 8, 11: En aquel tiempo le dijeron a Jesús: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que esta
ba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Canto 5: Recibemé, con todo lo que tú pusiste en mí, con todas esas ganas de vivir, con toda mi miseria.
(A dos coros) ¿Quién cooce sus fallos? Absuélveme de lo que se me oculta, preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré libre e inocente de grave pecado (Sal 18) |
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia. Por tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas (Sal 24). |
Me siento abrumado por mis culpas, son un peso superior a mis fuerzas … Yo confieso mi culpa, me aflige mi pecado … No me abandones, Señor; Dios mío, no te quedes lejos, ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación (Sal 37). |
Tú, Señor, no me cierres tus entrañas, que tu misericordia y tu leadltad me guarden siempre … Se me echan encima mis culpas y no puedo huir; son más que los pelos de mi cabeza y me falta valor. Dios mío, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme (Sal 39) |
Canto 6: Tu fidelidad es grande, tu fidelidad incomparable es. Nadie como tú, bendito Dios. Grande es tu fidelidad.
Hay situaciones en las que humanamente no parece existir solución. Están bloqueadas, cada cual piensa que tiene razón, se han dicho y hecho cosas irreversibles, quizá aún se siguen haciendo y diciendo. Es por eso que hoy le pedimos al Señor que sea su Espíritu y no nuestras endebles fuerzas humanas, las que rompan el muro que impide que el amor fluya, desde la sobreabundancia del perdón.
Damos gracias por nuestras limitaciones, porque nos dan la oportunidad de recibir y pedir perdón y sentir la paz inmensa de la reconciliación. Porque gracias a nuestra mediocridad e infidelidad podemos forjar el amor auténtico. Porque ni somos ni pretendemos ser perfectos, sino humildemente humanos e imperfectos y así queridos, aceptados y perdonados.
Canto 7: Más allá, de mis miedos, más allá; de mi inseguridad, quiero darte una respuesta, aquí estoy para hacer tu voluntad, para que mi amor sea decirte sí hasta el final.
Con certeza de que Dios le libró por su misericordia.
Tras volverle a Ignacio de Loyola los desgustos de la vida que hacía, con algunos ímpetus de dejalla, quiso con esto el Señor, que despertó como de sueño. Y como ya tenía alguna experiencia de la diversidad de espíritus, así se determinó con grande claridad de no confesar más ninguna cosa de las pasadas; y así de aquel día adelante quedó libre de aquellos escrúpulos, teniendo por cierto que nuestro Señor le había querido librar por su misericordia.
Liturgia de la reconciliación
Espacio para compartir peticiones, vivencias y acción de gracias.
Uniendo nuestras manos, desde el arrepentimiento y con el deseo de volver a ser hermanas y hermanos en EL SEÑOR recitamos el Padrenuestro.
Canto 8: Abro mi ser y alzo mis manos y mi voz hacia Tí. Quiero rendirme y entregarme a tu voluntad. Mi corazón se abre a la voz de tu espíritu de amor mi alma canta de gozo, mi alma canta de gozo mi alma canta de gozo en ti Señor.
Sacia la sed de tu Palabra que hay en mí, oh Jesús. No me abandones ni me dejes pues confío en Ti. Mi corazón se abre a la voz …
Dame la luz de tu mirada, mírame, oh Jesús. Cambia mi vida con tu fuerza y yo te alabaré. Mi corrazón se abre a la voz …