La barca estaba en medio del mar. Remaban muy penosamente porque tenían viento en contra. En la madrugada se acercó Jesús andando sobre el agua. Pensaron que era un fantasma, se pusieron a gritar, estaban sobresaltados. Tranquilizaos, soy yo; no temais. El viento se calmó. Tranquilizaos, soy yo; Estáte tranquilo, soy yo.