Haznos conocer la brevedad de nuestra vida para alcanzar sabiduría de corazón.
Contemplando una conversación con mi padre un sábado por la tarde. Estaba yo solo en un saloncito de casa mandando un mensaje a través del móvil. Él llegó y se sentó a mi lado. No sé cómo empezó la cosa, pero comenzó a contarme cosas de sus últimos años de trabajo. Lo hacía con gran entusiasmo. Aunque todo lo que me contó ya se lo había escuchado, no le corté. Valió la pena volvérselo a escuchar. Se actualizó. Simplemente tenía ganas de estar conmigo compartiendo unas vivencias para él significativas. Intuyo que con mis padres ha llegado un tiempo de aprender a estar más que hacer.