Moisés observaba: la zarza ardía sin consumirse. Dios le dijo, he oído el clamor de mis hijos. Yo te envío para que los liberes. ¿Cómo es que soy yo?
¿Esperando, acaso, a encontrarme una zarza ardiendo sin consumirse para caer en la cuenta de que Dios se esfuerza en decirme algo? Enséñame, mi Señor, a discernir los signos de mi propia historia. Para no tener duda de que estás en ella y poder dilucidar tu deseo feliz y exigente de seguir construyéndola.Bs