Los cristianos no podemos ir por libre, haciendo nuestra propia religión. Al juntarnos, nos reconocemos por la fe compartida. No vale todo. Necesitamos vivirla en comunidad, atreviéndonos a hacer cosas a las que no se atreve nadie, para poder salvar a otros. Encontrando soluciones imaginativas para tanta gente que no se puede poner delante de Jesús, formas de actuar para encontrar nuevas puertas de acceso a la salvación a las que otros no tienen acceso.