Cuando ese gran desconocido llamado Jesús de Nazareth (el carpintero) llego a mi vida, utilizo la envidia para seducirme.
Lo hizo a través de un amigo: Francisco de Asís.
Cuando conocí a Francisco pues mi alma envidió el vínculo que unía a creatura con Creador y quise lo mismo para mí.
Fue suficiente. Jesús entro en mi vida y la transfiguró. Y averiguando un pelín de Francisco conocí que el movimiento franciscano nació en la Porciúncula (Pequeña capilla dedicada a Ntra. Sra. de los Ángeles).
El alma comprende, de lo que el intelecto conoce, cuando lo desea.
Pues, en esta primera conversión, decidí cambiar de religión y tomar la primera comunión. Se me recomienda realizar un retiro previo al sacramento y, con poco margen de tiempo, escribo al monasterio que ya había escuchado hablar: La Trapa.
Pues que me dicen que no hay plazas, para decirme luego que se hizo una vacante y que me esperan el día 2 de agosto hasta el 6 de agosto.
Llegue el 2 de agosto y al partir ya sabia que deseaba ser monje trapense.
Tuvieron que pasar más de 10 años y una segunda conversión para que ello aconteciera. Y fue en esta ocasión que mi alma decidió comprender lo que el intelecto ya sabia: El monasterio al que estaba ingresando estaba dedicado a Ntra. Sra. de los Ángeles que se celebra el día 2 de agosto.
Hace poco más de 9 años se me invita a cruzar el océano. La previsión era setiembre pero todo se acomoda para que pudiese ser en agosto. Al buscar un billete bueno, bonito y barato pues encuentro una fecha en que todo coincide: el 2 de agosto.
Hoy, en el día de esta Madre mía, hace 9 años cogía el avión que me traía a España. ¡Gracias Mama!