La mirada de ternura de Dios en nuestra vida, nos envuelve en su aceptación incondicional: “Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno” (Gn1,31). Volver a esta mirada sobre mi vida, a esa mirada de amor que cuando descubrimos nos llena de alegría y seguridad porque sabemos experiencialmente que: “El Señor cuida de mi” (Sl 39). Esto hace brotar en nosotros la alegría porque como dice el Papa Francisco: tengo, tenemos la seguridad de que Jesús está con nosotros y con el Padre. Él me acompaña en el camino de la vida.