Otro día de celebración, de recuerdo, oración de gratitud y, simplemente, vivir a Dios en este mundo.
Bruno, fundador de la Cartuja nació el 1030 en Colonia, Alemania. Su discípulo Hugo, después elegido Obispo de Grenoble, tuvo una visión o sueño que no sabía interpretar pero pronto salió de la duda. Vio cómo en el desierto de la Cartuja -terreno de su diócesis- descendían del cielo siete estrellas y unos ángeles llevaban un templo en las manos. Poco después se postraba ante él Bruno acompañado de seis compañeros más y solicitaba de su antiguo discípulo permiso para establecerse en aquel desierto. Así nació la Cartuja primera de la historia a la que seguirían muchas otras llamando siempre la atención por la observancia y austeridad de vida: soledad, silencio perpetuo, abstinencia de carnes, oración continuada, tierna devoción a la Virgen María.
Su exclamación favorita será «¡Oh Bonitas, Oh Bondad de Dios… «. Ella será el suspiro de un alma que nada tiene ya con el mundo si no es para llevar a sus hermanos a Dios. Era el 6 de octubre de 1101 cuando partía para la eternidad.