El obispo de Amberes (Bélgica) ha enviado una carta al Vaticano a propósito de la celebración este mes de octubre del Sínodo Extraordinario de la Familia, en la que pide tener un mayor respeto y usar un lenguaje más matizado ante realidades consideradas “irregulares” por la doctrina oficial, como la homosexualidad.
La misiva del obispo de Amberes, Johan Bonny, pide un cambio de enfoque y lenguaje en torno a diferentes realidades consideradas “irregulares” por la actual doctrina (puedes descargar el texto completo en francés en este enlace). Según el obispo belga, la Iglesia católica debe “abandonar su actitud defensiva” en temas como la acogida de homosexuales, de los divorciados y vueltos a casar o de los jóvenes que viven en pareja sin estar casados. Bony sostiene que estas situaciones “merecen mayor respeto y un juicio más matizado” de lo que plantea el actual magisterio eclesiástico.
En particular, Bonny llama la atención sobre las vivencias de numerosas familias que se muestran en desacuerdo con la doctrina oficial y optan por la acogida: “Como obispo, he tenido ya que escuchar bastante irritación. Un hermano se enfada porque su hermana se ha vuelto a casar y no puede ya leer en la Eucaristía. Un padre reclama más comprensión para su hijo homosexual que se siente rechazado por la Iglesia. Una abuela no puede entender por qué el párroco no quiere bendecir la relación de su nieta con un hombre divorciado. Incluso si estas personas se hacen preguntas sobre el camino vital de sus allegados, aunque hubieran preferido otra situación y aunque tengan pesar, no se dejan vencer. Para estas personas, esta solidaridad es un signo importante de la solidaridad de Dios con toda persona, sea lo que sea que le ocurra. Tal y como lo perciben, la Iglesia no puede quedarse atrás en lo que toca al apoyo y hospitalidad del que ellos siguen dando testimonio en el seno de la familia”.
La carta de Bonny, obispo de una diócesis europea importante, ha llamado además la atención por estar redactada en unos términos más francos de lo habitual en este tipo de documentos. “No recuerdo que un obispo haya manejado un lenguaje tan claro a propósito de la problemática en torno al matrimonio y la homosexualidad”, ha afirmado al respecto Thomas Knieps, teólogo de la Universidad Católica de Lovaina.
Está por ver en cualquier caso qué efecto real tienen estas palabras en el próximo Sínodo, ya que lo previsible es que la mayoría de los obispos sostengan posturas bastante más conservadoras. No hay que olvidar a este respecto el resultado de la consulta previa a toda la Iglesia (que no siempre se tradujo en que los cuestionarios llegaran a las bases), que de forma general mostró una división entre Europa y Norteamérica (donde quedó patente la discrepancia con la doctrina oficial) y África y América Latina (donde era mayoritario el alineamiento con la misma). Por lo demás, conviene recordar que el documento preparatorio no contempla ningún cambio doctrinal en lo referido a la homosexualidad. Como máximo, considera la posible educación en la fe cristiana de los hijos de las familias homoparentales, buscando eso sí las maneras de solventar las “dudas razonables sobre la capacidad efectiva de educar cristianamente al niño de parte de personas del mismo sexo”.