Nosotros creemos en Dios porque Él creyó antes en nosotros, esperamos en Él, porque también esperó en nosotros. Podemos amarle porque fue Él quien nos amó primero. Nuestra fe es una forma de vida en camino que se construye y acrecienta en la cotidianidad de la vida diaria y se hace creíble ante los demás a través de gestos, acciones y palabras. Es la herencia de la iglesia, de todas las personas creyentes que nos precedieron.