Dios te quiere para Él. Para Él sólo te quiere. Actos y gestos no planificados, corazón abierto, fe fresca a flor de piel. Altibajos y tormentas a las que se añade aún más complejidad. Todo, porque uno no es indiferente al sufrimiento humano. ¿Por qué complicarse la vida? ¿Por qué compartir el sufrimiento ajeno? ¿Por qué tanto empeño? La respuesta a estas preguntas acaso se hace sencilla. Todo esto es porque Dios te quiere para Él. Para Él sólo te quiere.