Parece que voy a pedir que hemos de ser ángeles para pedir esta petición (la de perseverar en la oración) y rezar bien vocalmente. Bien lo quisiera nuestro divino Maestro, pues tan alta petición nos manda pedir y a buen seguro que no nos dice pidamos cosas imposibles; que posible sería con el favor de Dios […] Mas hay ratos que, cansados de andar, los pone el Señor en un sosiego de las potencias y quietud del alma, que, como por señas, les da claro a entender a qué sabe lo que se da a los que el Señor lleva a su reino; y a los que se les da acá como le pedimos, les da prendas para que por ellas tengan gran esperanza de ir a gozar perpetuamente lo que acá les da a sorbos (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 30, 6).