Digan lo que digan…

Ante las palabras del Papa referidas al matrimonio homosexual, encontramos ya respuestas en la página de Cristianos Gays: «¿Qué amenaza el futuro de la humanidad? No los derechos de los homosexuales. No la diversidad familiar. El verdadero peligro de la humanidad está en la exclusión, en esas personas que usan a Dios y su ley, interpretada por ellos para excluir».

El obispo de Roma ha pronunciado una palabras duras, durísimas: “Las políticas que atentan contra la familia amenazan la dignidad humana y el futuro mismo de la humanidad”. Son unas palabras que causan indignación, y al mismo tiempo sorpresa. En todo el largo discurso no hace una sola mención al Evangelio. Ante los representantes de los diferentes países el Papa se muestra como un hábil político que defiende sus posiciones. Durante mucho tiempo se ha defendido el estado Vaticano y al que lo gobierna con la escusa de así favorecer el anuncio del Evangelio. Pero pocas son las ocasiones en que este Papa anuncia el Evangelio. Más bien el poder pontificio se ha usado para tapar terribles escándalos, y en ocasiones para tentar contra los derechos fundamentales de las personas.  Ver el pecado de los demás para tapar el suyo propio es una actitud de cobardes. Pero defender la dignidad de los demás, socavando los derechos de muchas personas, más que malicia me parece estar ciego.

Sé que el Papa no va a leer esta carta. Pero aun así quiero contestarle y anunciarle el Evangelio. Sí, un Evangelio, que entre tanta filosofía, sesudas reflexiones, liturgias solemnes, y un no disimilado gusto por las vestiduras pomposas (más bien femeninas) y los tronos suntuosos parece haber olvidado.

¿Qué amenaza el futuro de la humanidad? No los derechos de los homosexuales. No la diversidad familiar. El verdadero peligro de la humanidad está en la exclusión, en esas personas que usan a Dios y su ley, interpretada por ellos para excluir. El verdadero peligro de la humanidad para Jesús, son las personas religiosas observantes en las que no reina Dios, porque no se parecen al Padre. Lo importante para la humanidad no es contar con personas que sigan la moral “católica”, sino que haya católicos que se parezcan a Dios y traten de ser buenos como Él.

Jesús nos enseñó que en el Reino de Dios, la verdadera identidad consiste en no excluir a nadie, en acoger a todos y de manera especial a los marginados. Satanizar la libertad y la preferencia de las personas para eligir un camino y no otro, sólo refleja un intento de absolutizar las propias perspectivas, o un miedo aterrador a no admitir que la propia visión, la que daba estabilidad a la propia vida  personal estaba equivocada.

Jesús nos ha enseñado a desafiar el sistema de pureza que alimentaban las religiones, basándose en la Palabra de Dios. Lo mismo que sucede ahora. Por eso, nuestro deber como cristianos, como seguidores de Jesús de Nazaret, el Cristo, es hacer que la compasión de Dios vaya entrando en el mundo. Y esto, aunque “su vicario” diga lo contrario, pues “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.  Y nada hay más contrario a los que Jesús nos enseñó de Dios es que una ley religiosa impida a los hombres experimentar la bondad del Padre.

He aquí, el verdadero peligro para la humanidad, e incluso para las religiones que con frecuencia han absolutizado lo relativo, dogmatizado lo opinable y eternizado lo temporal. A mi las palabras del papa:“Las políticas que atentan contra la familia amenazan la dignidad humana y el futuro mismo de la humanidad” más que unas palabras que nazcan de un seguidor de Jesús, me parecen una respuestas simple, estereotipada y de catecismo a un cambio complejo que se está dando en la humanidad; es la búsqueda de la seguridad frente a la perplejidad y explicación simplificadora del misterio de lo humano y de lo divino, que nunca podrá ser apresado ni controlado.

El hermano

Fuente: Cristianosgays.com


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