Si tu mirada se asombra al descubrir, incluso en tierras lejanas, a tantos jóvenes entregados al desánimo, tu mirada percibe también a multitud de jóvenes atentos a discernir el sentido de sus vidas, que se atreven a decirse «¡Anda! ¡Inténtalo de nuevo! ¡Abandona el desánimo! ¡Deja la desesperanza! ¡Que tu alma viva! […] Tal impulso, esa «descarga de sentido», toma su fuerza cuando en la fe, en un sobresalto de confianza, se vive con intensidad el momento presente, el hoy de Dios […] Los designios de Dios para cada persona son de paz y no de desgracia. Nos quiere ofrecer un porvenir y una esperanza […] Vivir intensamente cada hoy supone dejarse hacer por Cristo: «Hoy quisiera alojarme en tu casa» (Hermano Roger de Taizé).