Señor, Tú me miras, me penetras y me amas, me conoces cuando me siento y me levanto.
Tú conoces los pensamientos de mi corazón, cuando camino o descanso, Tú cuidas de mí, Tú adivinas lo que voy a hacer …
Tú me crees, Tú me amas, Tú me guias, Tú me cuidas.
Las palabras no han salido de mi boca y ya sabes lo que voy a decir. Me quieres tanto que tu cariño me envuelve por todas partes, me cubres y me escondes entre tus manos.
Eres inmenso, eres grandioso, eres sabio. No te puedo comprender ni alcanzar porque eres muy grande para mí. Tampoco puedo huir de tu mirada, porque me buscas, con ternura, de día y de noche, por todas partes y aunque me esconda de ti, Tú sales a mi encuentro, tú estás SIEMPRE ahí (Sal 138).