Significativas noticias que nos llegan de Brasil y Reino Unido. Un portavoz oficial de la Iglesia católica del país sudamericano se ha pronunciado a favor de un “respaldo legal” para las parejas del mismo sexo. Entretanto, los obispos católicos de Inglaterra y Gales han dado su respaldo explícito a ley de uniones civiles entre personas del mismo sexo vigente en ese país ante la posibilidad de que esta figura legal acabe por suprimirse y quede solo el matrimonio. Todo ello ocurre al mismo tiempo que desde otros lugares llegan indicios de que persisten las actitudes de rechazo o incluso se refuerzan.
La Iglesia católica de Brasil expresaba este jueves, por boca de un portavoz oficial, su apoyo a que las parejas del mismo sexo tengan reconocimiento legal. El encargado de hacer estas declaraciones fue el secretario general de la Conferencia Episcopal Brasileña y obispo auxiliar de Brasilia, Leonardo Steiner, en el marco de una entrevista en la versión electrónica del diario O Globo. “Es importante comprender las uniones de personas del mismo sexo. No es un interés cualquiera cuando se trata de personas. Es necesario dialogar sobre los derechos de la vida en común de las personas del mismo sexo que deciden vivir juntas. Necesitan de un amparo legal en la sociedad”, declaraba Steiner (Brasil, recordemos, es uno de los países que reconoce el matrimonio igualitario).
Pronunciamiento que curiosamente coincide en el tiempo con la petición de la Conferencia de Obispos Católicos de Inglaterra y Gales de que se mantenga la vigente ley de uniones civiles tras la aprobación del matrimonio igualitario. La petición forma parte de las respuestas a un cuestionario enviado por el gobierno británico a este respecto para valorar si es necesario que siga existiendo figura legal de las uniones civiles una vez el matrimonio ha quedado abierto a las parejas del mismo sexo (la ley británica de uniones civiles, recordemos, fue una ley creada específicamente para parejas del mismo sexo cuando a estas no se les permitía el matrimonio, y a ella no pueden acogerse las parejas heterosexuales). En caso de desaparición de esta figura, las personas que contrajeron unión civil verían estas convertidas automáticamente en matrimonios o han de poder seguir como unión civil.
La opinión de los obispos católicos es contraria a la desaparición de las uniones civiles. Según afirman, hay parejas del mismo sexo católicas que quieren seguir unidas civilmente porque creen que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. “Hemos recibido representaciones de algunas lesbianas y gays católicos que afirman no desear contraer matrimonio homosexual y que temen que sus derechos queden eliminados si se abolen las uniones civiles. Hay lesbianas y gays católicos que han contraído uniones civiles para garantizar unos derechos legales importantes y necesarios pero que no desean casarse ante los ojos del Estado ni tampoco ver su unión civil automáticamente ‘convertida’ en matrimonio. Retirar el derecho legal de estas parejas del mismo sexo que no desean ‘casarse’ a contraer una unión civil significaría retirarle derechos legales para estas personas en el futuro”, argumentan.
Coexistencia de gestos de apertura y de reafirmación
Quizá lo más llamativo en la respuesta estriba en que, rigurosamente, las parejas católicas que contrajeron unión civil actuaron también en contra de la doctrina. Sin embargo, ante una petición de algunas de ellas de que se mantuviera su estatus, los obispos han reaccionado atendiendo su petición y reconociendo su legitimidad a reclamar sus derechos legales como parejas. Algo que ha sido interpretado como un signo de apertura. Es el caso del editorial de la publicación católica británica The Tablet, que reconoce no obstante que también podría leerse como una aplicación de la teoría del “mal menor”. No obstante, la opinión del periódico es clara: “Cuando el papa Francisco señaló el verano pasado en una rueda de prensa ‘si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?’, probablemente no se dio cuenta del importante efecto que tendría. La enseñanza de la iglesia católica sobre la homosexualidad no cambió. Pero su actitud ciertamente sí (…)”.
En definitiva, un signo más de la coexistencia de signos de apertura y actitudes discriminatorias en el seno de la Iglesia en este nuevo periodo. Entre los primeros, además de las declaraciones de los obispos británicos y brasileños, podemos mencionar el hecho que el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn, felicitara a Conchita Wurst por su victoria en Eurovisión, diciendo que “en el colorido jardín de Dios hay una variedad de colores. No todos que han nacido como seres masculinos se sienten como hombre, y lo mismo del lado femenino. Merecen como persona el mismo respeto al que todos tenemos derecho”.
En otros lugares las señales son sin embargo de signo contrario. En varias diócesis se redobla el esfuerzo por asegurar la estricta ortodoxia, de palabra y obra, por parte de los profesores en centros católicos. También acaban de ser excomulgados los fundadores de Somos Iglesia. Aunque los motivos inmediatos parecen tener que ver con otras cuestiones (como la celebración de misas sin presencia de sacerdote) se trata de una corriente que entre sus reivindicaciones incluye la igualdad LGTB.
Señales contradictorias que han generado análisis como los de Maureen Dowd, de The New York Times, quien afirma que se ha pasado solo del ceño fruncido a la sonrisa y que “quizá el ceño fruncido es más honesto”, o el ya citado de The Tablet, que aprecia un cambio de mucho mayor calado. Habrá que ver qué tendencia se acaba imponiendo.