¡Oh, qué grandísima caridad haría y qué gran servicio a Dios, la monja que se viese que no puede llevar las perfecciones y costumbres que hay en esta casa, conocerse e irse y dejar a las otras en paz! Y aun en todos los monasterios (al menos si me creen a mí) no la tendrán ni darán profesión hasta que de muchos años esté probado a ver si se enmiendan. No llamo faltas en la penitencia y ayunos; porque (aunque lo es) no son cosas que hacen tanto daño. Mas unas condiciones que hay de suyo amigas de ser estimadas y tenidas y mirar las faltas ajenas y nunca conocer las suyas y otras cosas semejantes, que verdaderamente nacen de poca humildad. Si Dios no favorece con darla gran espíritu, hasta de muchos años verla enmendada, os libre Dios de que quede en vuestra compañía. Entended que ni ella sosegará ni os dejará sosegar a todas (Camino de Perfección 13.5, Santa Teresa de Jesús).