Me enseñaron que sólo lo que se trabaja con esfuerzo, aquello que nos cuesta de verdad es lo que da frutos que realmente valen la pena. Es cierto. Pero hay también muchas cosas que sin costar nada tienen mucho valor: una palabra de agradecimiento, dar un paseo, dejarse acariciar por los rayos del sol, una llamada aunque sea perdida, porque me acordé de ti. Sí, ciertamente hay cosas que valen la pena y no cuestan nada.