Contemplando aquel refrán de que cuando el demonio no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas. Mirando a personas muy queridas que por no tener trabajo estable se abandonan en la apatía, el desánimo y la desesperanza. Sin mucho que hacer, abandonan poco a poco las pocas cosas que han hecho siempre. Porque la ocupación busca ayudar y ocuparse más. La desocupación atrae al mal espíritu que nos invita a hacer cada vez menos por cada uno y por otros.