Como novelista que soy, desde muy joven he sabido qué páginas de mis libros estaban inspiradas y cuáles no. Las inspiradas son aquellas que he escrito olvidado de mí, sumergido en la escritura, abandonado a su suerte; las menos inspiradas, en cambio, las que he trabajado más, las que he planificado y redactado de forma más racional y menos intuitiva […] Por eso, para escribir, como para vivir o amar, no hay que apretar, sino soltar, no retener sino desprenderse […] Cuando digo que conviene estar sueltos o desprendidos me refiero a la importancia de CONFIAR. (6, “Biografía del Silencio”, Pablo d’Ors).