Se te convoca a vivir en un nuevo lugar, mas alla de tus emociones, pasiones y sentimientos.
Mientras vivas en medio de tus emociones, pasiones y sentimientos, seguiras sintiendo soledad, celos, ira, resentimiento y hasta furia, porque esas son las respuestas mas obvias al rechazo y al abandono.
Debes confiar en que hay otro lugar, hacia el cual quieren conducirte tus guias espirituales, y donde puedes estar a salvo. Tal vez este mal pensar si este nuevo lugar como mas alla de las emociones, las pasiones y los sentimientos. Mas alla puede sugerir que estos sentimientos humanos estan ausentes alli.
En lugar de ello, trata de pensar en este lugar como el centro de tu ser: tu corazon, donde todos los sentimientos humanos son en verdad mantenidos juntos. A partir de este lugar, puedes sentir, pensar y actuar en forma autentica.
Es bastante comprensible que este lugar te de miedo. Tienes muy poco conocimiento de el. Has tenido vislumbres de el, incluso algunas veces has estado en el, pero la mayor parte de tu vida has habitado entre tus emociones, pasiones y sentimientos, y has buscado en ellos la paz interior y la dicha.
Ademas, no has reconocido plenamente este nuevo lugar como el lugar donde Dios habita y te sostiene. Temes que este lugar plenamente autentico sea, de hecho, un pozo sin fondo en el que perderas todo lo que tienes y eres. No tengas miedo. Confia en que el Dios de la vida quiere abrazarte y darte verdadera seguridad.
Podrias considerarlo el lugar de la unificacion, en el cual puedes volverte uno. Justamente ahora, experimentas una dualidad interior: tus emociones, pasiones y sentimientos parecen separados de tu corazon. Las necesidades de tu cuerpo parecen separadas de tu ser mas profundo. Tus pensamientos y suenos parecen separados de tus anhelos espirituales.
Estas llamado a la unidad. Esa es la buena nueva de la Encarnacion. La Palabra se vuelve carne y, asi, se crea un nuevo lugar en que pueden habitar todo lo tuyo y todo lo de Dios. Cuando hayas encontrado esa unidad, seras verdaderamente libre.
(Herni J. M. Nouewn, La voz interior del amor)