Señor mío, enséñame a conectar con mis emociones de rabia y alegría. Sentir la rabia cuando me siento injustamente tratado, identificarla y echarla fuera de mí aclarando por qué me siento así y reclamando ser tratado como merezco. Conectar también con la alegría. Poder sentir y expresar con efusión el acierto de acciones y gestos propios y ajenos. Permitir que el corazón se esponge y alegre, reconocer a otros y a mí mismo logros y pasos hacia adelante dando tiempo a disfrutarlos y agradecerlos antes de pasar a otra cosa.