Dios trabaja poco a poco. Con la suma paciencia que nos permite aceptar y encajar lo que nos viene en nuestra vida. El tiempo de Dios no es el nuestro. La felicidad de nuestra vida consiste en hacer una buena elección. Estamos llamados a ser críticos y crecer en profundidad, porque las respuestas de ayer no sirven para las preguntas de hoy.