Humildad y pobreza de corazón

Ya hemos citado la frase de santa Teresa de Jesús: «Todo este edificio de la oración se basa en la humildad». En efecto, como hemos dicho, no se funda en la capacidad humana, sino en la acción de la gracia divina.

Fundamento: Servicio …

  Comprendiendo que el «fundamento» es un todo orgánico, donde no hay jerarquía sino que es una unicidad del SER donde cada fundamento es solo una faceta de expresión, pues yo le respondí claramente a Ignacio de Loyola:

Mi fundamento es diversidad, inclusión, servicio, cruz y oración. (Continuación)

Hablar de SERVICIO es hablar de esencia y de vocación. Para algunas almas es una característica innata, una cualidad. Para otras almas es una particularidad recibida, complementariamente, en su búsqueda vocacional. Más temprano o más tarde toda alma, en un verdadero camino espiritual, llega al SERVICIO, es moldeada por el SERVICIO  y debe incorporarlo.

Pureza de intención

Después de la fe y de la fidelidad —que es su ex presión concreta— hay otra
actitud interior funda mental para quien desea perseverar en la oración: la pureza de intención. Jesús nos dijo: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios» (Mt 5, 8). Según el Evangelio, limpio de corazón no es el que está limpio de pecado, el que no tiene nada que reprocharse, sino el que tiene la intención sincera de olvidarse de sí mismo para agradar a Dios en todo lo que hace, de vivir para El y no para sí mismo. La oración no debe centrarse en uno mismo para encontrar un placer personal en ella, sino para complacer a Dios. Si no es así, la perseverancia en la oración es imposible. El que se busca a sí mismo, el que busca su propio contento, abandonará la oración en cuanto le resulte difícil, árida, cuando no obtenga la satisfacción y el gusto que espera de ella. 

Fidelidad y perseverancia

De todo lo anterior se desprende una consecuencia práctica muy importante.
Quien emprende el camino de la oración debe luchar, en primer lugar, por la
fidelidad. Lo que importa sobre todo no es conseguir una oración hermosa y gratificante, rica en ideas y sentimientos profundos, sino una oración fiel y perseverante. Dicho de otro modo, no hay que fijarse en la calidad de la oración; hay que fijarse ante todo en la fidelidad en la oración. La calidad será fruto de la fidelidad.

LA FE Y LA CONFIANZA, BASES DE LA ORACIÓN

 
La primera disposición y la más fundamental es una actitud de fe. Como  tendremos ocasión de repetir, la vida de oración implica una parte de lucha; y el arma esencial en esa lucha es la fe.
La fe es la capacidad del creyente para actuar, no por impresiones, prejuicios o ideas recogidas en el entorno, sino por lo que dice la palabra de Dios, que no puede mentir. Así entendida, la virtud de la fe es la base de la oración: su puesta en práctica implica distintos aspectos.

Lutero y 499 años

 Hace 499 años, un día 31 de Octubre, Martín Lutero conmocionó las tradiciones del cristianismo mundial.

Lo cierto es que la historia que desemboca en este día de reconocimiento y celebración no puede comprenderse sin valorar la valentía, el tesón, el compromiso de muchos hombres y mujeres del pueblo evangélico.

Hermanos y hermanas que animados por la fe, y no obstante la existencia de todo tipo de obstáculos, han liderado la vivencia y expresión de la pluralidad. Y han perfilado así también, una parte importante del ser y el actuar de nuestra sociedad. Fue el anhelo de establecer un cristianismo donde todos tuvieran cabida en el respeto, la tolerancia y la aceptación mutua.

I. LA ORACIÓN NO ES UNA TÉCNICA, SINO UNA GRACIA

 
LA ORACIÓN NO ES UN «YOGA» CRISTIANO
Para perseverar en la vida de oración, es necesario evitar extraviarse partiendo de
pistas falsas. Es indispensable, pues, comprender lo que es específico de la oración
cristiana y la distingue de otras actividades espirituales. Y es tanto más necesario,
cuanto que el materialismo de nuestra cultura provoca como reacción una sed de
absoluto, de mística, de comunicación con lo Invisible que es buena, pero que suele
derivar hacia experiencias decepcionantes e incluso destructivas.

Fundamento: Inclusión …

 (Continuación) Comprendiendo que el «fundamento» es un todo orgánico, donde no hay jerarquía sino que es una unicidad del SER donde cada fundamento es solo una faceta de expresión, pues yo le respondí claramente a Ignacio de Loyola:

Mi fundamento es diversidad, inclusión, servicio, cruz y oración. 

Y hoy quiero remarcar el termino «orgánico» de mi comprensión de «fundamento».  

Tiempo para Dios

 
INTRODUCCIÓN
En la tradición católica occidental llamamos «oración» a esa forma de plegaria que consiste en ponerse en la presencia de Dios durante un tiempo más o menos largo,
con el deseo de entrar en una íntima comunión de amor con El en medio de la soledad y del silencio. Todos los maestros de vida espiritual consideran que «hacer oración», es decir, practicar regularmente esta forma de plegaria, es el medio privilegiado e indispensable para acceder a una auténtica vida cristiana, para conocer y amar a Dios y para estar en condiciones de responder a la llamada a la santidad que El dirige a cada uno.

A DIOS SE LE BUSCA A TIENTAS

Tomás no lo tenía muy claro. A él le gustaba tener certeza de las cosas y después de haber convivido con Jesús durante mucho tiempo le costaba creer que ante sí tenía al Cristo resucitado.
“Tomás, no seas incrédulo, sino creyente”. Así se dirigió Jesús al apóstol, según nos cuenta el evangelista Juan, el día en el que se presentó resucitado ante todos ellos.
Hace unos años, yo me enzarzaba en discusiones infructuosas para tratar de explicar a amigos no creyentes, que dieron la espalda o que andaban buscando a Dios, los motivos de mi fe. Ellos querían razones, pruebas, datos…y yo solo tenía esperanza, fe humilde y ningún otro argumento más allá de una búsqueda de Dios a través de un camino dibujado por mi propia necesidad de encontrarle. Y a ver cómo les traducía esto a su lenguaje…