Primacía de la acción divina

El primer principio es sencillo pero muy importante: En la oración lo que cuenta
no es lo que nosotros hacemos, sino lo que Dios hace en nosotros durante ese tiempo.
Conocer ese principio nos libera, pues a veces somos incapaces de hacer ni decir
nada durante la oración. Eso no tiene nada de trágico, pues si no somos capaces de
obrar, Dios puede hacer —y hace— siempre algo en lo más profundo de nuestro corazón, incluso si no nos damos cuenta.

Cuando no se plantea la cuestión

Nos estamos preguntando cómo debemos emplear el tiempo de la oración. Antes
de seguir tratando esta cuestión, es preciso advertir que a veces no se plantea. Y esto es lo que habrá que considerar en primer lugar. la cuestión no se plantea cuando la oración fluye de la fuente, por decirlo de algún modo: cuando existe una comunicación amorosa con Dios sin necesidad de saber cómo ocupar el tiempo.

Leonard Cohen

 Hoy he despertado con la noticia de la muerte de este hombre y no puedo dejar de rendirle homenaje. Un homenaje merecido a un artista que, a través de su arte, me ha ayudado a permanecer en Dios.

Hace un par de años conocí esta canción (el desgarro del profeta David, el amigo de Dios) y la he utilizado incontables veces para meditar, reflexionar y llorar.  

¡Descansa en paz y canta para todo el cielo!

«Dios está vivo. La magia está en marcha»
Leonard Cohen
Poeta, novelista y cantautor canadiense

II. CÓMO EMPLEAR EL TIEMPO DE LA ORACIÓN

INTRODUCCIÓN
Abordamos ahora la principal pregunta a la que hemos de intentar responder. He
decidido dedicar media hora o una hora diaria a la oración; ¿qué debo hacer? ¿Cuál es elmejor modo de emplear ese tiempo de oración?
No es fácil responder por varias razones.
En primer lugar, porque las almas son muy distintas. Hay más diferencias entre las
almas que entre los rostros. La relación de cada alma con Dios es única y, por lo tanto, también su oración.

Entregarse enteramente a Dios

Para continuar tratando sobre las actitudes básicas que permiten la perseverancia
y el avance en la vida de oración, ha llegado el momento de decir algunas palabras sobre el estrecho lazo, en ambos sentidos, que existe entre la vida de oración y el resto de la vida cristiana. Esto significa que, con frecuencia, lo que es fundamental para el progreso y la profundidad de nuestra oración, no es lo que hacemos en esos momentos, sino lo que hacemos fuera de ellos.

Fundamento: Cruz …

 Comprendiendo que el «fundamento» es un todo orgánico, donde no hay jerarquía sino que es una unicidad del SER, donde cada fundamento es solo una faceta de expresión, pues yo le respondí claramente a Ignacio de Loyola:

Mi fundamento es diversidad, inclusión, servicio, cruz y oración. (Continuación)

Hablar de cruz no es tan fácil como aparenta ser ya que nuestros conceptos de «cruz» están mediatizados por la cultura, con sus valores cristianos impuestos, y las experiencias e interpretaciones personales.

Todos conocemos la expresión: Cargar con mi cruz.

La determinación de perseverar 4

Lo mismo sucede en las relaciones personales: un hombre se imagina que ama a su
mujer y a sus hijos, pero lleva una vida tan activa que no es capaz de dedicarles unos momentos o estar disponible para ellos al 100 por 100. Sin ese espacio de tiempo gratuito el amor se asfixia enseguida, y al contrario, se dilata y respira en la gratuidad: Hay que saber perder el tiempo en favor de los otros.

La determinación de perseverar 3

El tiempo que se dedica a Dios no es un tiempo que se roba a los demás Para perseverar en la oración, hay que estar firmemente convencido (desenmascarando algunas acusaciones de culpabilidad basadas en un equivocado sentido de la caridad) de que el tiempo que se da a Dios nunca es un tiempo robado a los otros, robado a los que necesitan de nuestro amor y nuestra presencia. Al contrario, como hemos dicho antes, la fidelidad a estar presentes ante Dios garantiza nuestra capacidad de estar presentes ante los demás y de amarlos realmente.

La determinación de perseverar 2

Si una persona —por practicante y piadosa que sea— no hace de su oración un
hábito, tampoco alcanzará el pleno desarrollo de su vida espiritual. No conseguirá jamás la paz interior, se verá sometida continuamente a excesivos escrúpulos y en todo lo que haga habrá siempre algo humano: un apego excesivo a su voluntad, rasgos de vanidad, de búsqueda de sí misma, de ambición, ruindad de corazón y en los juicios, etc.

La determinación de perseverar 1

De todo lo dicho se desprende que la lucha principal de la oración será por lograr
la perseverancia. Perseverancia para la que Dios nos concederá la gracia, si la pedimos con confianza y si estamos firmemente decididos a poner todo de nuestra parte.
Hace falta una buena dosis de determinación, sobre todo al principio.