Las condiciones materiales de la oración

A continuación haremos algunas observaciones a propósito de las condiciones
externas de la oración: duración, momentos, posturas, lugares adecuados.
Por supuesto, no se les debe atribuir una importancia excesiva, pues en ese caso
haríamos una técnica de la vida de oración, o nos concentraríamos en lo que no es
esencial, lo que sería un error. En principio, se puede hacer oración con la santa libertad de los hijos de Dios: no importa cuándo, no importa dónde y con una gran variedad de actitudes físicas.

Música Música Música

No quiero alejarme más de la celebración del día de Cecilia, patrona de la música, para agradecer las músicas, canciones, intérpretes, etc. que me ayudan a crecer en humanidad y en contacto con la divinidad. A todas esas personas que,  conectadas con la vida y con la emoción, crean y recrean. 

Simplemente gracias!

Nuestro corazón y el corazón de la Iglesia

Para terminar esta parte, desearíamos añadir unas palabras sobre el alcance eclesial de la vida de oración. En primer lugar, por tratarse de un misterio muy hermoso que puede estimular extraordinariamente la perseverancia en la vida de oración. Y también para no dejar en el lector la impresión —absolutamente falsa— de que ese componente tan esencial de la vida cristiana como es la dimensión eclesial, es aje no a la vida de oración o sólo tiene con ella un lazo periférico.

El corazón herido

Haremos ahora algunas consideraciones que son como una síntesis de lo dicho en
los últimos capítulos, y que nos sitúan en un punto en el que todo se reúne y se
concreta: la primacía del amor, la contemplación, la oración del corazón, la humanidad de Jesús, etc.
A fin de cuentas, la experiencia demuestra que para orar bien, para llegar a ese
estado de oración pasiva del que hemos hablado, en el que Dios y el alma se comunican profundamente, es preciso que el corazón esté herido.

Todo …

Todo tiene una razón de ser aunque no lo entiendas…

todo hizo que hoy seas quien eres y no hay error… ni siquiera equivocación…

la vida no ocurre al azar…

estás donde tienes que estar…

estuvisteis donde has tenido que estar…

entonces …  hay que estar en paz…

III. Evolución de la vida de oración

DE LA INTELIGENCIA AL CORAZÓN
Evidentemente, la vida de oración no es una realidad estática, sino que sigue un
desarrollo, unas etapas, un progreso no siempre lineal, por supuesto, con ocasionales retrocesos ¡al menos aparentes!
Los autores espirituales que tratan de la oración suelen distinguir diversas fases en
su desarrollo, diferentes «estados de oración», desde los más habituales a los más
elevados, que jalonan el itinerario del alma en su unión con Dios.

Dios habita en nuestro corazón

Desearíamos ahora enunciar un cuarto principio teológico de gran importancia
también como guía en la vida de oración; a través de esta pretendemos ponemos en la presencia de Dios.

You’re a part of me

Hoy llego nuevamente a mí esta canción y me encontré terminando una ponencia diciendo «toda guerra debe acabar».

Salí de allí y me encontré echado en un sofá diciendo lo mismo.

Toda batalla debe concluir algún día, porque no tenemos muchos días en esta vida.

Ya veo el primer pájaro después de una guerra.

Ese pájaro despliega sus alas en una oración y, surcando el mar del amor, hace nido en mi Dios: Hágase en mí según tu palabra.

Dios se nos da a través de la humanidad de Jesucristo

Después de la primacía de la actuación divina y de la primacía del amor, veamos
ahora un tercer principio fundamental que sostiene la vida contemplativa del cristiano: encontramos a Dios en la humanidad de Jesucristo.
Hacemos oración para entrar en contacto con Dios, pero a Dios nadie lo conoce.
¿Cuál es el modo, el medio que se nos ha dado para encontrar a Dios? Hay un único
mediador, el Cristo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

Primacía del amor

Veamos ahora un segundo principio tan fundamental como el primero: la primacía
del amor sobre todo lo demás. Santa Teresa de Jesús dice: «En la oración, lo que cuenta no es pensar mucho, sino amar mucho».
Eso también es liberador. A veces no podemos pensar, no podemos meditar, no
podemos sentir pero, no obstante, siempre podemos amar.