Estrellas del cielo

Hace mucho tiempo que al mirar las estrellas del cielo, recuerdo que Dios cumple su palabra, a veces de forma extraña y nueva.

Pasada esta Semana Santa donde la figura de Jesús lo abarca todo, quiero regresar a las figuras olvidadas que precedieron a Jesús.

Creo en Jesús como Hijo, parte de la Trinidad, como sujeto histórico y carnal, que trajo una nueva visión de la palabra de Dios, y como Maestro y Señor. Pero en mi día a día, también la figura de los antiguos profetas, me ayudan a comprender más a mi Dios desconocido.

Resurrección: ¿final feliz? ¡Comienzo provocador!

La resurrección de Jesús no es el final feliz de una historia. Con la resurrección todo continúa. O mejor, todo comienza de nuevo. Así se comprende que los apóstoles que “despiden” a Jesús de esta tierra, reciban este reproche: “¿qué hacéis ahí mirando al cielo?” (Hech 1,11). No hay nada que contemplar. Solo nubes. De lo que se trata es de volver a Jerusalén y comenzar la misión, anunciar que Jesús ha resucitado, que vive y permanece, por medio de su Espíritu, entre los suyos. No se trata solo de que su causa continúa. Precisamente porque está vivo puede ponerse al frente de la causa.

Todo se cumple

 Si algo he aprendido de estas décadas de caminar en la fe, es que Todo se cumple.

Más temprano o más tarde. De forma literal o con sentido nuevo. Con carga ligera o con pesada cruz.

Todo se cumple.

Hoy Cristo ha resucitado.

Hoy se abre la posibilidad que aceptemos resucitar con Él.

Si no aceptamos, mañana Él volverá a golpear la puerta.

Y si mañana no aceptamos, golpeará al siguiente día y al siguiente y al otro y al otro, en un ciclo sin fin.

Porque está VIVO y Jesús nos quiere consigo, compartiendo el banquete del cielo.

Cuerpo sin alma

Hay días y días en la vida.

Pero el sabado santo tiene un matiz fundamental: un dia donde en el mundo no hay sagrarios ni misas.

Un dia en que el mundo y la naturaleza se sumerge en un silencio oscuro. 

Los pajaros no cantan igual, el aire no se mueve igual, el día no es igual.

La existencia se convierte en un cuerpo sin alma. Su ser y esencia se esconde este dia.

Gracias que siempre queda reposar junto a Maria en este día.

Acompañarla, comprender junto a ella la oscuridad de la fe y cubrirse del frio con su manto. 

Matar el odio

El cuarto evangelio pone en boca de Jesús estas acertadas palabras: “me han odiado sin motivo” (Jn 15,25). Jesús mismo, según este evangelio, explica la razón de este odio sin motivo: “haber hecho obras que no ha hecho ningún otro”. En efecto: cuando uno solo hace el bien, rechazarle parece el triunfo de la sin razón. El odio, como el amor, es ciego, pero de diferente manera: mientras el amor disculpa sin límites porque “no toma en cuenta el mal” (1 Cor 13,5), el odio, viendo las buenas obras, es incapaz de ver el más mínimo bien.

Viernes: ¿Solo uno más?

Viernes santo: ¿Misterio, Fe, Creencia Mágica, Mitología? 
Pues … para mi … ¡ Una Vivencia!. 
¡Te adoramos Cristo y te bendecimos porque con tu santa cruz redimiste al mundo!

El AMOR que despierta el crucificado

Comenzamos el triduo pascual y lxs pocxs que me conocen saben que mi dia especial, todo el año, es el jueves y el porqué. 
Hoy mi Jesusito cenará con sus amigos, levantara la copa con ellxs, celebrará, saldrá a pasear, se reunirá con su Padre, comprenderá el misterio, se entregará en la aceptación y, finalmente, conocerá la oscuridad del amor.

La fe depositada en este triduo pascual que comienza hoy tiene una base común entre todos lxs cristianxs que lo celebran: El AMOR que despierta el crucificado.

Semana Santa 2017

Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos.