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Pensando en personas homosexuales llenas de escrúpulos

Pensaba Ignacio de Loyola algunas veces que le sería remedio que le mandase su confesor, en nombre de Jesucristo, que no confesase ninguna de las cosas pasadas […] Más, sin que él se lo dijese, el confesor vino a mandarle que no confesase ninguna cosa de las pasadas […] Sin embargo, en todos los ejercicios que hacía no hallaba ningún remedio para sus escrúpulos, siendo pasados muchos meses que le atormentaban.

Lleno de escrúpulos

Mas en esto vino a tener Ignacio de Loyola muchos trabajos de escrúpulos. Porque, aunque la confesión general había sido con asaz diligencia, y toda por escrito, como está dicho, todavía le parescía a las veces que algunas cosas no había confesado, y esto le causaba mucha aflicción; porque, aunque confesaba aquello, no quedaba satisfecho.

Sobre el cariño con que Dios creó el mundo

Una vez se le presentó a Ignacio de Loyola en el entendimiento con grande alegría espiritual el modo con que Dios había criado el mundo, que le parecía ver una cosa blanca, de la cual salían algunos rayos, y que della hacía Dios lumbre. Mas estas cosas ni las sabía explicar, ni se acordaba del todo bien de aquellas noticias espirituales, que en aquellos tiempos le imprimía Dios en el alma.

Como trata un maestro a un niño

En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro a un niño, enseñándole; y ora esto fuese por su rudeza y grueso ingenio, o porque no tenía quien le enseñase, o por la firme voluntad de servirle, que claramente él juzgaba y siempre ha juzgado, que Dios le trataba desta manera.

Sobre la humanidad de Cristo

Muchas veces y por mucho tiempo, estando en oración Ignacio de Loyola, veía con los ojos interiores la humanidad de Cristo, y la figura, que le parecía era como un cuerpo blanco, sin distinción de miembros […] Esto visto le confirmó tanto entonces como siempre en la fe, que muchas veces ha pensado consigo: si no hubiese Escriptura que nos enseñase estas cosas de la fe, él se determinaría a morir por ellas, solamente por lo que ha visto.

Rompiendo costumbres sin sentido

En la misma Manresa, a donde Ignacio de Loyola estuvo cuasi un año, después que empezó a ser consolado de Dios y vio el fructo que hacía en las almas tratándolas, dejó aquellos extremos que de antes tenía; ya se cortaba las uñas y cabellos.

Creando costumbres con sentido

Y porque Ignacio de Loyola había sido muy curioso de curar el cabello, que en aquel tiempo se acostumbraba, y él lo tenía bueno, se determinó dejarlo andar así, según su naturaleza, sin peinarlo ni cortarlo, ni cobrirlo con alguna cosa de noche ni de día. Y por la misma causa dejaba crecer las uñas de los pies y de las manos, porque en esto también había sido curioso.

Contemplando una oblea de pan

Estando Ignacio de Loyola oyendo misa un día, y alzándosele el Corpus Domini, vio con los ojos interiores unos como rayos blancos que venían de arriba; y aunque esto después de tanto tiempo no lo puede bien explicar, todavía lo que él vio con el entendimiento claramente fue ver cómo estaba en aquel Santísimo Sacramento Jesucristo nuestro Señor.

Rompiendo ayuno, por voluntad de Dios

Y perseverando, Ignacio de Loyola, en la abstinencia de no comer carne, y estando firme en ella, un día se le presentó delante carne para comer, sin haber precedido ningún deseo della; y le vino también juntamente un grande ascenso de la voluntad para que de allí en adelante la comiese; y aunque se acordaba de su propósito de antes, no podía dudar en ello. Y contándoselo a su confesor le decía que mirase por ventura si era aquello tentación; más él, examinándolo bien, nunca pudo dudar dello.

Amar

La vida espiritual se resume en amar. No se ama cuando se quiere hacer el bien, o ayudar, o proteger a alguien. Si obramos asi, estamos viendo al otro como un simple objeto, y a nosotros mismos como personas generosas y sabias. Esto no tiene nada que ver con el Amor. Amar es estar en comunión con el otro, y descubrir en él el fuego de Dios (Thomas Merton).

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