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¿Quién conocerá el designio de Dios?

¿Quién conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Nuestros pensamientos son mezquinos y nuestros razonamientos falibles, porque el cuerpo mortal es lastre del alma y la tienda terrestre abruma la mente que medita […] ¿Quién conocerá tu designio, si Tú no le das sabiduría, enviando tu Espíritu desde el cielo? Aprendimos lo que te agrada y tu sabiduría nos salvó.

No tengas miedo

Creando conciencia, haciendo silencio en medio de mucho ruido. Contemplando a María, su desconcierto y confusión. Mirando también mis miedos, mis excusas. Mirando cómo María pregunta que cómo va a ser posible tener un hijo sin conocer varón. Escuchando palabras del ángel: «no tengas miedo». Escuchando y recibiendo un plan que no es suyo. Viéndose de Dios y perteneciendo a Él, deja que se haga según la voluntad de Dios. Sea mi voluntad y mi corazón movido, para poder decir que SÍ.

Contemplando con envidia

Mirando cómo el ángel Gabriel anuncia a María ese plan soñado por Dios para que ella le ayude. Mirándolo con mucha envidia, porque me encantaría recibir ese anuncio en el que Dios me cuenta sus planes.

Sobre la omnipotencia de Dios

Contemplando la omnipotencia de Dios que no quiere llevar a cabo el proyecto de redención del mundo solo. Quiere necesitar y depender de la ayuda de una chiquilla, María, y la mía (un alguien insignificante) para llevarlo a cabo. Contemplando cómo tanto María como yo mismo, somos piezas clave para el proyecto de redención de Dios. Contemplando la humanidad de Cristo, el deseo expreso de ser uno de tantos, carne de nuestra carne, limitado y pequeño.

Hilando un plan de felicidad

Contemplando la mirada cariñosa de Dios al mundo. Mirando también la solidaridad y la tolerancia, el cariño correspondido de creatura a Creador. También la infelicidad de las personas que se cierran al amor. Deciden así las tres personas divinas, enviar al Hijo amado para redimir al mundo. Hilando un plan de felicidad para todas las personas que viven y generan el desamor y para las que con su amor rompen esa dinámica.

Contemplando la encarnación

Contemplando el cariño inmenso con que Dios creó el mundo. Mirando cómo la Trinidad contempla el mundo. Egos y desamores, guerra y violencia. Empatizando con el sufrimiento y la pena de las tres personas. Contemplando la potencial guerra en Siria, dirigentes que matan a su propia gente con armas químicas, atentados … Mirando como cada cual va a lo suyo, buscando su propio interés. Viendo en mi entorno cercano indiferencia y omisión, individualismo y egocentrismo. Mirando también la solidaridad y la tolerancia. El cariño correspondido de creatura a Creador.

Con certeza de que Dios le libró por su misericordia

Tras volverle a Ignacio de Loyola los desgustos de la vida que hacía, con algunos ímpetus de dejalla, quiso con esto el Señor, que despertó como de sueño. Y como ya tenía alguna experiencia de la diversidad de espíritus, así se determinó con grande claridad de no confesar más ninguna cosa de las pasadas; y así de aquel día adelante quedó libre de aquellos escrúpulos, teniendo por cierto que nuestro Señor le había querido librar por su misericordia.

Pensando de nuevo en los homosexuales que se suicidan.

Libróse Ignacio de Loyola de sus escrúpulos el día aquel y el siguiente, tras hacer ayuno y abstinencia. Mas el tercero día, estando en oración, se comenzó acordar de los pecados; y así como una cosa que se iba enhilando, iba pensando de pecado en pecado del tiempo pasado, pareciéndole que era obligado otra vez a confesallos. Mas en la fin destos pensamientos le vinieron unos desgustos de la vida que hacía, con algunos ímpetus de dejalla.

Un pequeño respiro en el camino

Determinóse Ignacio de Loyola que ni comería ni bebería hasta que Dios le proveyese o que se viese ya del todo cercana la muerte, siguiendo con ejercicios y oficios, hasta librarse de aquellos escrúpulos. Más venido el otro domingo le dijo a su confesor cómo en aquella semana no había comido nada. El confesor le mandó que rompiese aquella abstinencia; y aunque con fuerzas todavía, obedesció al confesor, y se halló aquel día y el otro libre de escrúpulos.

Pensando en los homosexuales que se suicidan

Una vez, muy atribulado de sus escrúpulos, Ignacio de Loyola se puso en oración a dar gritos a Dios vocalmente, diciendo: Socórreme, Señor, que no hayo ningún remedio en los hombres, ni en ninguna otra criatura; que si yo pensase de poderlo hallar, ningún trabajo me sería grande. […] Le venían muchas tentaciones con grande ímpetu para echarse de un agujero grande que aquella su cámara tenía. Mas conociendo que era pecado matarse, tornaba a gritar: Señor, no haré cosa que te ofenda.

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