Gracias por enseñarnos a amar
Gracias, mi queridísimo Señor, gracias. Muchas gracias. Muchísimas gracias. Porque elegiste esta forma de entregarte, muriendo en una cruz, para enseñarme a amar.
Gracias, mi queridísimo Señor, gracias. Muchas gracias. Muchísimas gracias. Porque elegiste esta forma de entregarte, muriendo en una cruz, para enseñarme a amar.
37 A pesar de que Jesús había hecho tan grandes señales milagrosas delante de ellos, no creían en él;
38 pues tenía que cumplirse lo que escribió el profeta Isaías:
Contemplando la forma de celebrar misa de un misionero redentorista amigo. Una misa de tarde de diario, sin homilía, apenas duró 25 minutos. Mirando la devoción, el ánimo y el sentido que confería a unas palabras litúrgicas gastadas y sobreusadas. En sus labios, parecían ser renovadas por el mismo Dios.
Pues a los pobres los tendrán siempre entre ustedes,
pero a mí no siempre me van a tener.
Señor Jesús, Hijo de Dios, que has venido al mundo para ser el hombre más familiar de nuestra casa, ven esta tarde y todas las tardes a compartir con nosotros la cena de los amigos. Haz de cada uno de nosotros tu Betania perfumada de nardo, donde los íntimos secretos de tu corazón encuentren el camino silencioso de nuestro corazón, para que podamos vivir contigo la hora suprema del amor y decirte, con un gesto de pura adoración, cómo queremos -porque tú mismo lo has hecho por nosotros- vivir tu vida y morir tu muerte. Amén.
Señor, dígnate escucharme, porque estoy triste y pobre; protégeme, pues te soy fiel. Tú eres mi Dios; ¡salva a este siervo tuyo que en ti confía! Señor, ten compasión de mí, que a ti clamo a todas horas.
Señor, alegra el ánimo de este siervo tuyo, pues a ti dirijo mi oración. Porque tú, Señor, eres bueno y perdonas; eres todo amor con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración, ¡atiende mi plegaria! En mi angustia clamo a ti, porque tú me respondes.
Contemplando a un compañero de trabajo que lleva dos años levantándose a las 5 para estudiar y así poder buscar un trabajo donde encontrar su sitio. Quizá debiera irse tres años fuera de España para tener esa experiencia. Contemplando su decisión firme y su empeño férreo. Con costosas implicaciones familiares como la separación temporal durante unos años. Sin embargo, contemplando ese empeño claro.
A los indecisos y tibios a los que siempre nos costó ver opciones claras, sírvanos trabajar y orientar nuestra vida poco a poco a lo largo del tiempo en una dirección. Y que ese posicionamiento sea nuestra confirmación, para poder escoger con decisión y alegría, aquello para lo que con tanto empeño y tiempo nos hemos orientado y preparado.
Mis planes no son vuestros planes. Mis caminos no son vuestros caminos, dice nuestro Señor. Recordando una vez más que las cosas no van a ocurrir según mis planes, porque los planes del de Arriba van mucho más allá que los míos. Sea entonces Tu voluntad y confirma que así sea. Entretanto, concédeme paciencia y alegría para irla siguiendo.
Mirando la viña del Señor. Viendo en ocasiones a cada viñador a lo suyo, sin gran comunidad. Pensando en la vida eterna o la resurrección para algunas personas no como algo que se recibe en esta vida, sino un estado en el que uno se libra de ella. Teniendo que ir más allá de la vivencia con los viñadores, quedándome únicamente con el Dueño.
Contemplando la viña de un Dueño que llama a sus colaboradores a trabajar en ella cada hora, cada minuto, cada segundo. Viendo cómo todos reciben el mismo pago al terminar el día. ¿Conocieron realmente los últimos que llegaron al dueño o al resto de viñadores? Yo los conocí y trabajé con ellos. Cuando al fin del día me fui a casa, no caí en pasar por caja, pero el Dueño vino a buscarme para darme eso mismo, aunque me pareció tantísimo más preciado que a ellos.