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San Ignacio de Loyola

Día de San Ignacio, deseando más que nunca que su Divina Majestad se haga presente en medio de la Compañía de Jesús y las visiones y clarividencias que esa Divina Bondad concedió a Ignacio, se las conceda a su Compañía. Para seguir avanzando en el discernimiento de las mociones del buen Espíritu para así alcanzar en todo amar y servir. Reconociendo que todo es de Dios, disponiendo todo a su voluntad y pidiendo su amor y gracia, que esta nos basta.

Hemos creído en el amor de Dios

Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.

Soñaron oír lo que yo oigo

A quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene […] Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido […] Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron; oír lo que oís, y no lo oyeron.

Dios interviene

En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman (Rm 8, 28a). Porque para quien ama a Dios, todo le sirve para el bien.

Cristo vive en mí

A través de la ley, he muerto a la ley para vivir para Dios. Desde que he sido crucificado con Cristo, ya no vivo, sino que es Cristo el que vive en mí. Mientras viva en este mundo, vivo en la creencia del Hijo de Dios, que siempre me ha amado y por mí se ha entregado.

Nos llama hijos suyos

Mirad lo inmenso que es el amor del Padre, que nos llama hijos suyos. Realmente lo somos. El mundo no nos conoce porque a Él no le han reconocido. Lo que seremos, no se nos ha dado aún a conocer, pero seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Tener esta esperanza nos hace santos, como Él mismo lo es.

El Señor soberano es mi fuerza

Señor, he oído tu fama, me ha impresionado tu obra. En medio de los años, realízala; en medio de los años, manifiéstala; en el terremoto, acuérdate de la misericordia.

Sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido.

El Señor viene de Temán; el Santo, del monte Farán: su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza; su brillo es como el día, su mano destella velando su poder.

Aunque la higuera no echa yemas y las viñas no tienen fruto, aunque el olivo olvida su aceituna y los campos no dan cosechas, aunque se acaban las ovejas del redil, y no quedan vacas en el establo, yo exultaré con el Señor, me gloriaré en Dios mi salvador.

El Señor soberano es mi fuerza, él me da piernas de gacela y me hace caminar por las alturas.

Uno de tantos

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre sobre todo nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, y en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2, 5-11)

Venid a mí los que estáis cansados y agobiados

Venid a mí todos los que están cansados y agobiados, que yo os aliviaré.
Cargad mi yugo y aprended de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontraréis alivio.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

Aprendiendo a pedir lo más conveniente

El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad porque no sabemos pedir lo que nos conviene. Sin embargo, él mismo intercede por nosotros con gemidos no expresables con palabras. Y Dios, que conoce nuestro corazón, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega según la voluntad de Dios.

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