Sobre la confianza

Somos vasijas de barro (2 Co 4), somos frágiles, nos rompemos, pero llevamos dentro un tesoro, una chispa incendiaria de Dios. Viviendo el presente, sin huir de la vida real, sin proyectar. Mirando de frente esas situaciones que nos atemorizan, confiando en Dios y ofreciendo nuestra pobreza. Mirando y aceptando nuestra fragilidad abandonándonos en la confianza en Dios, como lo hace un niño pequeño en mano de sus padres.

Intuición no demostrable

La fe y los motivos para creer son racionales y razonables, aunque llega un momento en que es necesario dar un salto basado en una intuición no demostrable. No podemos hacer nada para tener fe, es Dios quien la da a todos. Sólo podemos educarnos para estar despiertos y reconocer ese amanecer de la fe que Dios siembra constantemente en nosotros.

Si el Señor no construye …

Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles. Si el Señor no guarda la casa, en vano velan los centinelas.

Señor, haznos conocer la brevedad de nuestra vida, para que alcancemos sabiduría de corazón.

Quien busca encuentra

Contemplando, teniendo presente y sintiéndome cerca de personas muy queridas en situaciones delicadas, con fuerte e intensa vida interior. Siendo conscientes de su delicada situación, sabiéndolo y rezándolo, prosiguen un camino que pese a estar inspirado por el Espíritu, no escatima sentimientos de indecisión, desamparo, o vuelcos del corazón. Tensión en la búsqueda. Búsqueda exigente para quien busca y para quien mandó buscar. Búsqueda acompañada, llena de esperanza, confiando y sabiendo que quien busca encuentra.

Fuera del mundo

Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros, nos dice Jesús de Nazaret. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya: pero no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.

Recordad lo que os dije: no es un siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Y todo esto lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió (Jn 15, 18-21).

Experimentando la tensión de nuestra incoherencia

Experimentando la tensión de la incoherencia de ser partícipes en mayor o menor medida de una sociedad movida por la riqueza y el poder. Experimentando que a través de nuestra propia debilidad, podemos ponernos en manos de Dios, para poder alcanzar la fraternidad gracias a la acción del Espíritu y centrarnos en buscar el Reino de Dios y su justicia, porque Dios proveerá lo que necesitemos.

Examen del día

Busco un lugar tranquilo, hago silencio y caigo en la cuenta de que entro en la presencia del Señor. «Tú me sondeas y me conoces».

AGRADECER: le doy gracias a Dios por el día vivido y por todo el bien recibido: las alegrías, los gozos, los encuentros, el perdón y la fe. También por las dificultades, las luchas y las contradicciones encontradas, que me colocan en mi lugar. Aunque no siempre lo haya visto, Dios estaba allí presente, sosteniéndome y trabajando por mí.

PEDIR LUZ: pido al Espíritu luz para mirar mi vida con sus ojos, como la mira Él, para saber reconocerlo en el día que termina y para descubrir cómo ha estado volcado en mí. Le pido también que ilumine mis fallos y que sea su mirada la que descubra mis incoherencias.

TOMAR CONCIENCIA: presto atención a todo lo vivido. Y recorro los sentimientos y recuerdos que he experimentado: gozo, paz, miedo, duda, compasión. Recorro también las faltas que he cometido hoy: mi pobre fe, esperanza o amor, mis fallos de pensamiento, palabra y obra. ¿Qué me ha movido por dentro? ¿Cuál ha sido mi tono en este día? ¿Cómo ha pasado Dios por mí?

PEDIR PERDÓN: le pido al Señor perdón de corazón. Por mis pobres respuestas, por olvidar su presencia, por cerrarme a su amor.

ENFOCAR EL MAÑANA: con la confianza de saberme en las manos de Dios, le pido gracia para seguirle mañana más de cerca, un poco mejor. Y para corregir aquello que me separa de Él. Termino rezando con tranquilidad el Padrenuestro.

Estoy a la puerta y llamo

Recíbeme con todo lo que Tú pusiste en mí, con todas esas ganas de vivir, con toda mi miseria.

Ap 3, 20: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a ella o a él, y cenaré con ella o con él y ellos conmigo».

Sombra como encerramiento

Para experimentar el abrazo amoroso de Dios y su rescate, necesitamos descender al fondo de nuestras sombras. Contemplando la sombra, como el encerramiento en uno mismo, donde no existe ni Dios, ni los demás. Ni siquiera nuestro verdadero yo.

Canto y ofrenda de amor

Quiera el Señor darnos a sentir cada vez más claramente su amor y que este llene tanto nuestra vida que queramos poco a poco ir transformándola en canto y ofrenda de amor para todos los hombres y mujeres de este mundo.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad