Inmiscuyendo a Dios en nuestras decisiones

Inmiscuyendo a Dios en nuestras decisiones. Dejando un resquicio a Jesús de Nazaret para que tenga voz y voto cuando tomamos opciones. Permitiendo a nuestro corazón y nuestra conciencia escuchar la voz interna del Espíritu cuando nos encontramos en una encrucijada de posibilidades. Para no permitir decantarnos por el vano honor de este mundo, nuestros deseos y apetencias, sino para escoger el intrincado y difícil camino que elegiría Jesús de Nazaret. Un camino de espinos y cardos, pero que también tiene sus rosas. Rogando a nuestra Señora que nos ponga con su Hijo para discernir y elegir según su criterio.

Los planes de Dios

«Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos (oráculo del Señor).
Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes».

Es la experiencia que uno tiene tras el camino recorrido. De confiar y empezar a no considerar mis criterios, mis planes como lo mejor para mí y los demás. Se trata de empezar a abrirse a otros planes, a otros criterios que no son los míos y descubrir que es así precisamente como mi Señor se me revela. Y a posteriori confirmar la sabiduría y el acierto de esos planes que me desencajan y ¡cuánto más feliz me hacen que los míos propios!

Descanse en paz

Esperando en silencio el comienzo del funeral de Emilio Botín. En una gran explanada del campo de golf de la Ciudad Financiera que aloja las oficinas centrales del banco Santander, se eleva una iglesia de campaña. Un órgano suena discretamente en un ambiente silencioso, sillas al aire libre, un coro. Una misa sencilla y austera presidida por el arzobispo electo de la diócesis de Madrid. Un grupo amplio aunque no exagerado de empleados, personalidades, amigos y familiares. Sentimientos ambiguos. Sin experimentar especial cariño o afecto. En realidad tanto él como su familia son para mí desconocidos. Alguien del que muchos pensarían que podría comprar el cielo, se reúne como uno más al mundo de los mortales. Sin hacer ningún juicio o valoración, ¿quién soy yo para hacerlo? La infinita misericordia de Dios nos iguala a todos.

Credo

Creo en un sólo Dios, mi Señor, en quien confío. Creo que me ama profundamente hasta dar la vida por mí. Creo que mi Señor ha elaborado un plan de felicidad para cada persona. Un plan maravilloso para mí. Soy consciente que no alcanzo a atisbarlo pero confío en quien lo pensó. Creo en un Dios que se hace presencia diaria, apoyo constante, compañero de fatigas y alegrías, amigo incondicional perpetuo, acompañante silencioso y paciente, maestro sencillo y sabio. Creo en un Dios que no me permite ser indiferente ante el sufrimiento ajeno. Que me llama a traer su presencia, ser mensajero de su amor a pesar de mis muchas limitaciones. Ese es mi Señor, el Señor en quien creo.

No podemos unirnos como los paganos, que no conocen a Dios

La noche de su boda, Tobías dijo a Sara: «Somos descendientes de un pueblo de santos, y no podemos unirnos como los paganos, que no conocen a Dios». Se levantaron los dos y, juntos, se pusieron a orar con fervor. Pidieron a Dios su protección. Tobías dijo: «Señor, Dios de nuestros padres, que te bendigan el cielo y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y todas las criaturas que en ellos se encuentran. Tú hiciste a Adán del barro de la tierra y le diste a Eva como compañera. Ahora, Señor, tú lo sabes: si yo me caso con esta hija de Israel, no es para satisfacer mis pasiones, sino solamente para fundar una familia en la que se bendiga tu nombre para siempre». Y Sara, por su parte, dijo: «Ten compasión de nosotros, Señor, ten compasión de nosotros. Que los dos juntos vivamos felices hasta la vejez» (Tobías 8, 5-10).

Ley del amor mutuo

Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley […]. El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley (Romanos 13,8-10).

¡¡Mucho ánimo!!

Contemplando a una compañera de trabajo que sufrió un desprendimiento de retina hace seis meses. Tras varias operaciones y seis meses de baja laboral, se ha vuelto a incorporar al trabajo. Me la encontré por casualidad en el autobús de empresa un viernes a última hora. Estaba llorando. Sin saber qué hacer me acerqué, le di dos besos y tras un breve silencio le di otro, le dije «mucho ánimo» y la dejé tranquila para que se desahogara. Sin tener una relación particularmente cercana con ella, se me desgarró el corazón. Hoy le pido a mi Señor por ella, para que la consuele y me ayude a acertar en gestos y palabras de apoyo hacia ella. Para que acierte a vivir y aceptar la nueva vida que se impone ante ella. Vida no deseada, pero aún más digna, si cabe, a ser vivida con mayor intensidad.

En día de boda no se puede ayunar

Jesús les contestó: «¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos?
Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar».

Encuesta de satisfacción de formación 2013/14

Esta página contiene los resultados de la encuesta de satisfacción del programa de formación de CRISMHOM para el curso 2013/14. Esta encuesta se ha realizo a través de un formulario en una página web. Algunas sesiones de formación se hicieron en colaboración con el Área de Asuntos Religiosos de la FELGTB. Sigue leyendo para más información.

Que me hablen en parábolas

Los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio de parábolas?».
El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.

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