Thanksgiving: día de Acción de Gracias

Happy Thanksgiving day! At least once a year the opportunity to give thanks comes up. Indeed this should be every day, twice a day perhaps. Thanksgiving, a worthwhile trying exercise. Thanking the people who walk with us, whom we trust, who we love. Thanking the fortunate events and those not so fortunate, for they showed us to still give thanks. Thanking God for his silent presence. He was right there when noone was. Thanks for our families, relatives and friends. They are the salt of our lives. Thanks for our errors, it is good not to be perfect. Thanks for those who preceded us, who still walk aside in our hearts. Thanks, my dearest, thank you so much. Thanks anyway. Thanks a lot.

Cosas sencillas y pequeñas

El fundamento de mi vida es un compendio de cosas sencillas y pequeñas. Cosas que ocurren un día como otro cualquiera. Se van sucediendo en el tiempo y otro día cualquiera, piensa uno si la vida vale la pena. Al intentar responder una vez más sobre el fundamento de mi vida, aparecen de nuevo las cosas sencillas y pequeñas. ¡Qué pequeño es el fundamento de mi vida! y lo cierto es que al juntar muchas cosas sencillas y pequeñas se va formando un gran motivo por el que dar gracias, un gran motivo por el que la vida vale la pena. Hay veces que cuando quiero responder grandes cosas, las palabras llenan mi boca; incluso hasta me atraganto a veces. Pero las palabras abandonan mi boca sin llevarse un pedacito de corazón. Por el contrario, las cosas sencillas y pequeñas no atragantan mi boca y es mi corazón quien sale y no mis palabras.

El reino del cielo para Santa Teresa de Jesús

Ahora, pues, el gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo (con otros muchos) es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse que se alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie. Todos le aman y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejar de amar porque le conoce (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 30, 4).

Mirándose interiormente

Poned los ojos en vos y miraos interiormente, como queda dicho: hallaréis a vuestro Maestro, que no os faltará; antes, mientras menos consolación exterior, más regalo os hará […] Quisiera yo saber declarar cómo está esta compañía santa con nuestro acompañador, Santo de los Santos, sin impedir a la soledad que ella y su Esposo tienen, cuando esta alma dentro de sí quiere entrarse en este paraíso con su Dios, y cierra la puerta tras sí a todo lo del mundo. Digo «quiere», porque entended que esto no es cosa sobrenatural, sino que está en nuestro querer y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin este no se puede nada (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 29, 2-4).

Mal con apariencia de bien

Intentamos llevar a Dios a nuestra voluntad. Tendemos a forzar la voluntad de Dios para que coincida con la nuestra. La voluntad de Dios, cuando realmente nos dejamos guiar por ella, a menudo no coincide con lo que querríamos hacer y cuando coincide aparecen elementos que nos sorprenden. Elementos nuevos y originales que nos confirman el camino a seguir.

Escucha, Señor, mi demanda

Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad.

Y mis pies se mantuvieron firmes en los caminos señalados: ¡mis pasos nunca se apartaron de tus huellas!

Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Escóndeme a la sombra de tus alas.

Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia (Sal 17).

En mi debilidad, me haces fuerte

En ocasiones me despierto en la mañana con el corazón encogido. Una sensación de intranquilidad me invade. Pensamientos de actividades a hacer aún no resueltas llenan mi mente. Respiro despacio, hondamente para relajarme. Sin conciencia de volverme a dormir, el tiempo se pasa rápido. Quizá vuelvo a dormirme sin saberlo. Hoy te ofrezco, Señor, mis desvelos. Me tranquilizaría al menos pensar que fueran para en todo amar y servir. No lo sé. Quizá me recuerdan que soy creatura tuya, ser frágil que en su vulnerabilidad recibe la oportunidad de poder pensar que necesito de mi Señor y de los demás. Concede a tu sencillo siervo la paz. Dadle vuestro amor y gracia, que esta le basta.

Amor, no violencia y perdón

Buscando sentido, intentando en todo momento parar sin conseguirlo. Contemplando el sinsentido de los atentados en París. Pidiendo por familiares y conocidos de las víctimas. Intentando agararme al amor, la tolerancia, el perdón que parecen un clavo ardiendo. Pidiendo fuerza no humana para devolver bien por mal. Contemplando nuevamente a Cristo en la cruz: «perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen». Ante el sinsentido, su respuesta más allá de nuestra humanidad: amor, no violencia y perdón.

Escuchando el silencio

Cuando preparo una oración para un grupo de personas, pongo textos y reflexiones que han pasado por mí, me han conmovido, las he hecho mías. Al compartirlas me siento un tanto desnudo, abierto, expuesto. En el transcurso de la oración hay veces en que todo el mundo se queda callado. No se oyen los usuales cambios de postura, el giro de las hojas de papel, los susurros de comentarios entre personas, los móviles y relojes, los pasos de personas que llegan tarde. Cuando se logra ese silencio, tras leer una frase, un salmo, una lectura, se produce un momento de conexión, de sincronización: todo el mundo está en silencio. No se oye nada, ni una mosca, ni un chasquido. Posturas meditativas, corazones en vilo, ausencia de pensamientos. Por fin se escucha el silencio y un fluido invisible nos envuelve y conecta.

Los que saben recogerse

Los que saben recogerse (llámese así porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios) están ya (como dicen) puestos en la mar; que, aunque del todo no han dejado la tierra, por aquel rato hacrn lo que pueden por librarse de ella, recogiendo sus sentidos a sí mismos. Si es verdadero el recogimiento, siéntese muy claro, porque hace alguna operación. No sé cómo lo dé a entender. Quienlo tuviere, sí entenderá.