Contemplación

Nuestras sombras nos alejan de nosotros y de los demás. Las intentamos ocultar para no verlas ni permitir que otros las vean. Sin embargo, ocultarlas no impide que formen parte de nosotros, que se acoplen en nuestro subconsciente. La contemplación nos hace convivir con nuestras sombras, desasosiegos, sin buscar razones o motivos, en presencia de nuestra mente que no para de hablar y pensar. Contemplar es estar con el dolor, con nuestros sentimientos y experimentar la compañía y la mirada de Dios. La contemplación necesita de la actitud de desear estar con Dios y aprender a convivir con el sufrimiento. Acoger nuestra tristeza, desconcierto, nuestros miedos e inseguridades, sin deseo de huir de ellos, sin esperar nada a cambio.

Sea hecha tu voluntad

“Sea hecha tu voluntad; y como es hecha en el cielo, así se haga en la tierra” (Mateo 6, 10). Cuando yo pienso en esto, gusto de los que dicen no es bien pedir trabajos al Señor, que es poca humildad. Y he topado con algunos tan pusilánimes (sin ánimo de hacer cosas importantes), que aún sin este amparo de humildad no tienen corazón para pedírselos, que piensan luego se los ha de dar. No hablo en los que lo dejan por humildad, pareciéndoles no serán para sufrirlos; aunque tengo para mí que quien da amor para pedir este medio tan áspero para mostrarle, le dará para sufrirlos. Querría preguntar a los que por temor no los piden de que luego se los han de dar, lo que dicen cuando suplican al Señor cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo que todos, más no para hacerlo (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 32, 3).

Escuchan tus palabras, pero no las cumplen

Yahvé le dirá a Ezequiel, quien tuvo éxito en el mundo con su forma visionaria de expresión: “Escuchan tus palabras, pero no las cumplen”. El verdadero fracaso, no es el rechazo del mundo, sino el alejamiento de Dios. Dios se hace presente en nuestros logros, pero también en nuestro dolor y fracaso, porque al acoger a Dios, nuestra rehabilitación sólo puede venir de Él: es más fácil ver a Dios en medio de nuestra debilidad porque al menos no podemos dudar que lo que tenemos no es nuestro, que no somos nosotros los que salimos adelante. Si confiamos de verdad en Dios, el dolor y el fracaso tiene un potencial evangelizador sin precedentes.

Sin querer entender cómo la goza

Y advertid mucho a esta comparación, que me puso el Señor estando en esta oración (la oración de quietud), y cuádrame mucho: está el alma como un niño que aún mama cuando está a los pechos de su madre, y ella, sin que él paladee, échale la leche en la boca por regalarle. Así es acá, que sin trabajo del entendimiento está amando la voluntad, y quiere el Señor que, sin pensarlo, entienda que está con Él y que sólo trague la leche que Su Majestad le pone en la boca y goce de aquella suavidad, que conozca le está el Señor haciendo aquella merced y se goce de gozarla; mas no que quiera entender cómo la goza y qué es lo que goza, sino descuídese entonces de sí, que quien está cabe ella no se descuidará de ver lo que le conviene. Porque si va a pelear con el entendimiento para darle parte trayéndole consigo, no puede a todo; forzado dejará caer la leche de la boca y pierde aquel mantenimiento divino (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 31, 9).

Te escogí para que fueras profeta entre las naciones

«Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones».
En cuanto a ti, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos.
Mira que hoy hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y a sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país.
Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-» (Jeremías 1,4-5.17-19).

Contemplando cómo otros acompañan

Contemplando personas que acompañan a otras cuando lo necesitan. Se preocupan, velan y actúan pensando lo mejor para ellas. Problemas graves que se hacen llevaderos gracias a ellas. Contemplando la NO indiferencia hacia los demás. Gracias, Señor, por ser testigo de este cuadro cotidiano oculto que te hace presente. Es una maravilla contemplarlo.

¿Por qué haces caso a los rumores?

Saúl miró hacia atrás, y David, inclinándose con el rostro en tierra, se postró y le dijo: «¿Por qué haces caso a los rumores de la gente, cuando dicen que David busca tu ruina?

Hoy has visto con tus propios ojos que el Señor te puso en mis manos dentro de la cueva. Aquí se habló de matarte, pero yo tuve compasión de ti y dije: ‘No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido del Señor’.

¡Mira, padre mío, sí, mira en mi mano el borde de tu manto! Si yo corté el borde de tu manto y no te maté, tienes que comprender que no hay en mí ni perfidia ni rebeldía, y que no he pecado contra ti. ¡Eres tú el que me acechas para quitarme la vida!

Que el Señor juzgue entre tú y yo, y que él me vengue de ti. Pero mi mano no se alzará contra ti.

‘La maldad engendra maldad’, dice el viejo refrán. Pero yo no alzaré mi mano contra ti.

¿Detrás de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién estás persiguiendo? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga!

Cuando crees

¿Quién sabe qué milagro podrías lograr? Si crees, de alguna manera lo harás. Lo harás si crees.

En esta época de temor, cuando la oración resulta tan seguido en vano, la esperanza se parece a un pájaro de verano.

Sin embargo, ahora estoy aquí. Mi corazón está tan lleno que no lo puedo explicar. Buscando la fe y diciendo palabras que nunca pensé que diría.

Los milagros no siempre suceden cuando los pides. Y es fácil rendirse a los miedos. Pero cuando estás ciego de dolor y no puedes ver el camino, una pequeña pero insistente voz te dice que la esperanza está muy cerca.

Tomado de «When You Believe» (Cuando crees) de la banda sonora de la película “El Príncipe de Egipto” (1998), que ganó el Óscar a la mejor canción.

Buenos días, Señor

Buenos días, Señor, a ti el primero que encuentra la mirada del corazón apenas nace el día. Tú eres la luz y el sol de mi jornada.

Buenos días, Señor, contigo quiero andar por la vereda. Tú, mi camino, mi verdad, mi vida; Tú la esperanza firme que me queda.

Buenos días, Señor, a ti te busco. Me abandono en tus brazos amorosos, al despertar la aurora. Quiero que me cuides, me protejas y me guíes. Quiero encontrarte siempre en mis hermanos.

Buenos días, Señor resucitado, que traes la alegría al corazón que va por tus caminos.

¡Vencedor de tu muerte y de la mía!

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