Contemplando como si esta ya fuera la última vez

Aprovechando la oportunidad de visitar los lugares por los que pasó y vivió Lutero. Würtzburg, Erfurt, Eisleben, Eisenach, Wittenberg. Entrando más a fondo en su personalidad. Místico, sincero, también burgués y académico.

Acompañando a mi madre en este viaje, disfrutando mientras ella mira todo con detenimiento con la consciencia de que esta es con gran seguridad la última vez que lo verá.

Aprendiendo a en todo amar y servir

Tratando de comprender otras vidas acogiéndolas hasta abrir las propias puertas del hogar que uno habita. Explorando la experiencia de ser generoso, de salir de la zona de confor. Viviendo la falta de confianza, la vulnerabilidad, la incertidumbre, el compartir espacios y tiempos, no poder hacer de nuestra capa un sayo. Aprendiendo a ser más gratuito, confiado, desprendido, a pesar de descubrir que uno no es tan gratuito o desprendido como se pensaba. Aterrizando en la realidad, los límites y la propia humanidad. Ejercicios para ser más humano, más uno mismo. Un amigo me decía lo que significó para él que en momentos muy duros de su vida encontrara a personas dispuestas a acogerle, compartir su propio espacio. Por semanas, meses, incluso años.

En todo amar y servir

Una máxima ignaciana que define un idea, un deseo, una aspiración legítima del creyente. Amar a cercanos y lejanos. Con amor que recibe muchos nombres: amistad, pasión, compasión, respeto… Es verdad que no es fácil, y que en ocasiones resulta difícil querer a algunas personas. Y no por mala voluntad, sino porque las relaciones humanas son complejas. Pero también se aprende. A mirar con benevolencia. A comprender otras vidas. A desearles lo mejor. Y a trabajar por ello. Ahí entra el servir. Servir es ponerse manos a la obra para tratar de dejar el mundo un poquito mejor de lo que lo conocemos. Servir es la disposición para ayudar, para atender, para sanar… Servir en lo cotidiano. En la familia, en el trabajo, en el descanso. Sirven las palabras y los gestos; los silencios y las miradas; sirve nuestro tiempo, si lo empleamos bien; y la risa que se contagia; las canciones que esponjan; los esfuerzos por levantar al que anda caído. Sirve dar la vida cada día.

Recursos humanos

Contemplando personas en la calle, imágenes de cartones, mantas, litronas, tetrabriks de Don Simón, gente desempleada cuyo trabajo se convierte en pedir dinero. Esta es la imagen que aún tengo de las personas sin techo. Un amigo a cargo de una fundación que acoge a personas sin hogar me cuenta otra cosa. El conjunto de personas sin techo es más amplio. No son sólo los que se emborrachan cada día para tolerar la crudeza de su vida, los que ya han desarrollado una enfermedad mental que difícilmente les permitirá subirse al tren de nuestra sociedad. También hay personas que les vinieron mal dadas, extranjeros y refugiados que huyeron de la guerra, de la amenaza de muerte (a veces por ser homosexuales), personas como tú y como yo, que un día decidieron separarse de su pareja coincidiendo con la pérdida de su trabajo y casi sin comerlo ni beberlo se encuentran en la calle por evitar la vergüenza de tener que explicar lo sucedido a amigos y familiares.

¡Feliz día de San Ignacio de Loyola!

¡Feliz día de San Ignacio! Felicidades a Iñakis, Íñigos, Nachos e Ignacios. Entre Azpeitia y Azkoitia, Santuario de Loyola, damos gracias por el paso de este buen hombre por el mundo, por su conexión y cariño a Su Divina Majestad, porque aprendió a ejercitarse espiritualmente, a acompañar a otros y a discernir entre el buen y mal espíritu, dejándose acompañar y educando su voluntad tanto cuanto más le acercaba a Su Divina Bondad. Gracias por enseñarnos que en tiempos de desolación es mejor no hacer mudanza y a hacer una memoria agradecida de nuestra historia para en todo reconociéndote aprendamos a buscarte en todas las cosas para en todo amar y servir. Gracias por La Compañía de Jesús, por hacerse medio eficaz para trasladarnos ese encuentro con Dios a la manera de Ignacio. En este día pedimos por ella para que siga siendo siempre fiel al mensaje de Dios, aprenda a entender y cuidar a sus propios miembros jesuitas y se sepa poner en las fronteras del mundo y la sociedad.

Viendo y oyendo lo que otros soñaron y no pudieron

A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender […] Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: «Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure».

Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron (Mateo 13, 10-17).

Eligiendo ser uno mismo

Cayendo en la cuenta que en medio de la vulnerabilidad, el estar expuesto, más cerca que nunca de mis limitaciones y defectos, mis miedos y falta de confianza, mis pasiones y deseos, me siento intensamente eligiendo ser yo mismo, más humano, a valorar más y mejor lo que tengo y a dejar que cada cual siga su camino con su propia inspiración, sin ánimo de interferir.

Sobre la confianza

Sobre la confianza. Contemplando el amplio espectro que se abre ante uno bajo ese supuesto. Cuando hay confianza desaparece el miedo, se superan las diferencias, se actúa con naturalidad. Es el terreno sembrado para crecer en sinceridad y cariño. Sin embargo, cuando se pierde la confianza, todo se estrecha, se pone en cuestión. Aparecen fantasmas que me persiguen. Enséñame, Señor mío, a confiar en ti y en los demás, a veces conocidos y otras quizá no tanto.

Sobre la acogida

Ejercitándome en acoger temporalmente a alguien que lo necesita en mi casa. Perdiendo algún día el sueño, venciendo dudas, intentando no mezclar cosas, poniendo límites, finalmente le acogí. Experimentando nuevamente la convivencia. Señor mío, espero tener la experiencia de que acciones así nos enriquecen, nos hacen más humanos, nos hacen valorar más lo que tenemos. Me pone en contacto con mis limitaciones y me hace verme más como soy, no precisamente tan bueno como me pensaba.

Aprendiendo a pedir a Dios

El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios (Romanos 8, 26-27).

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