Ahora mirad que tengo por muy cierto los que llegan a la perfección, que no piden al Señor los libre de los trabajos ni de las tentaciones ni persecuciones y peleas; que este es otro efecto muy cierto y grande de ser espíritu del Señor, y no ilusión, la contemplación y mercedes que su majestad les diere; porque (como poco ha dije) antes los desean y los piden y los aman (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 38, 1).