«Una vez un estudiante se acercó a su maestro y le dijo: “Muchas de sus lecciones hablan de las bendiciones que pueden venir a través del compartir, sin embargo ¡yo no tengo nada que dar! No tengo habilidades y por ende no tengo empleo. No tengo empleo y por ende no tengo dinero”.
El sabio maestro le dijo al estudiante que se parara fuera de un edificio cercano y que simplemente saludara y le diera la mano a los transeúntes por un día completo.
La lección es que siempre tenemos algo para dar, incluso si es sólo una sonrisa o una mano amiga.»
Kabbalah Judia