En tus manos están mis azares

Me siento feliz al decir estas palabras: «Tú eres mi Dios; en tus manos están mis azares». Se me quita un peso de encima, descanso y sonrío en medio de un mundo difícil. «Mis azares están en tus manos» ¡Benditas manos! ¿Y cómo he de volver a dudar a preocuparme, a acongojarme pensando en mi vida y en mi futuro, cuando sé que está en tus manos? Alegría de alegrías, Señor, y favor de favores.


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