2012-09-14 A la memoria de Merche

Merche nos ha dejado y estamos muy apenados. Nos rompió los moldes y con gran sencillez y afabilidad nos transformó a muchos. Ya no somos los mismos. Damos gracias por ella, por su valentía y rebeldía, por su fe recia y su dulzura. Este artículo, escrito en memoria de Merche, da unas pinceladas del paso de esta mujer por CRISMHOM, dando gracias por ella y agradeciendo su intercesión presente y futura en favor de esta comunidad.

Mercedes E., llamada cariñosamente «Merche», pasó a manos del Padre el 29 de agosto de 2012 a causa de un cáncer. Viuda de dos maridos, su primera aparición en CRISMHOM tuvo lugar en una celebración de «La Cena del Señor» junto a Marisefa, María Eugenia y otras amistades. La intención de este pequeño grupo que acompañaba a Marisefa era simplemente conocer la entonces incipiente comunidad. El resultado de este proceso de conocimiento fue la eventual cesión del local donde ahora se aloja la actual sede de la comunidad por la generosidad de Marisefa. Merche, a pesar de su edad avanzada, fue sin lugar a duda la persona de este grupo que mayor interés mostró por la comunidad. Tras otros encuentros, empezó progresivamente a participar en más actividades hasta integrarse plenamente en la comunidad. De ella decían María Eugenia y Marisefa que era la «forofa».

 
Este grupo de personas (algunas de edad avanzada) y entre ellas muy especialmente Merche, enseñaron a CRISMHOM con su sola presencia, interés y participación en la comunidad, que la realidad LGTB (Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) podría convivir perfectamente con el mundo heterosexual hasta convertir a CRIMSHOM de una asociación LGTB a una asociación de diversidad sexual que incluye la orientación heterosexual LGTB+H. El Señor se valió de estas mujeres extraordinarias, que por su edad podrían ser juzgadas de «carcas», para hacerse medio y presencia en un colectivo tan aparentemente alejado de ellas. Entre ellas, Merche, fue una pieza clave. Hoy, gracias a ellas, CRIMSHOM va incorporando entre sus socios también a personas heterosexuales. A continuación, algunos testimonios que nos hablan de Merche:
 
No conocí en profundidad a Merche, pero sí lo suficiente para considerarla una persona cercana. Merche me suscitaba un cierto desconcierto porque creo que era una mujer que rompía moldes y te hacía enfrentarte con todos tus prejuicios e ideas preconcebidas. Con esos prejuicios, uno tiende a acercarse a una mujer mayor heterosexual creyendo que se va a encontrar a alguien, si no muy conservador, sí lo suficiente para que tu realidad homosexual le choque. Y por supuesto si ese conocimiento tiene lugar en un ámbito religioso, crees también que sus ideas sobre la religión y la Iglesia estarán más cercanas a la Jerarquía que a los llamados cristianos de base. Craso error. Creo que en el cuerpo castigado por los años de Merche se encerraba una jovencita luchadora, rebelde y valiente. Me lo demostró en más de una ocasión cuando tratamos algunos temas mientras compartíamos bocados en nuestras cenas. Yo percibía en ella una rebeldía que cuando la explorabas casi se convertía en enfado con los que se alejaban de la esencia del Evangelio y rechazaban, marginaban y dogmatizaban. Creo que se nos ha ido una gran fuerza vital y hemos ganado una gran embajadora de CRISMHOM en el Paraíso.
 
Recuerdo un día que cuando di una charla sobre las consecuencias de los flujos migratorios en los países de acogida, Merche se me acercó al final de la misma para decirme: «Tenía una idea sobre las migraciones, pero después de oír tu charla la he cambiado completamente». Me llamó poderosamente la atención su sencillez, humildad y prontitud para reconocer que estaba equivocada cuando alguien le hacía ver cualquier cosa. Frente a la soberbia intelectual y dureza de corazón para reconocer mis errores, Merche me enseñó a estar abierto y acoger las enseñanzas de los demás.
 
Merche me dejó claro su interés en todas las iniciativas de carácter público tanto de CRISMHOM como de otras organizaciones LGTB cristianas. Una vez presenté una carta del Forum europeo al Papa y ella mostró el máximo interés y me pidió una copia.
 
Junto a su sencillez, bondad y apoyo a la población LGTB, Merche tenía una fe recia, en buena medida educada en la austeridad y las situaciones difíciles. Ser viuda de dos maridos resulta muy duro. La aceptación de su enfermedad en sus últimos meses no parecía humana. Iba notando poco a poco cómo perdía facultades. Los últimos meses, Merche venía a CRISMHOM en una silla de ruedas porque sus piernas dejaron de funcionar. En una ocasión llamando por teléfono, nos dijo su hija que no recordaba cómo se llamaba. Pese a momentos de llanto y duda, Merche siempre se manifestó con esa fe recia que pese a la dureza de su vivencia, nunca hizo sombra a su sencillez, bondad y positividad en la aceptación y acogida.
 
El Señor se valió de su familia, su amigas, sus lecturas, de CRISMHOM y del mismo Dios para mostrarla que no estaba sola. Una de sus hijas, Magdalena, tuvo el gran acierto de mudarse con su marido e hijos a su casa para que no se sintiera sola. Sus amigas quedaban regularmente con ella para jugar a las cartas y hacerla compañía. Su sola presencia en las oraciones de CRISMHOM, contribuía a crear el ambiente tan especial que allí se forma y que sólo es atribuible al Creador. Mucha gente de CRISMHOM se hizo encontradiza en su propia casa y en otros espacios.
 
En cierta ocasión, estando un grupo de gente de CRISMHOM en la terraza de su casa, Merche nos leyó un texto de un filósofo que le hizo pensar en Moisés, un chico miembro de un grupo en el que estaba Merche, que se reunía regularmente para compartir la fe y la vida. Yo intenté escribirlo para enviárselo a él, pero no me dio tiempo. Meses más tarde, estando con otro amigo en su casa, le pedí a Merche que nos volviera a leer este texto para enviárselo a Moisés. Ella lo leyó y yo lo grabé y se lo envié. Hoy tú también puedes escuchar la voz de Merche y escuchar este texto que ella eligió para Moisés en este enlace.
 
Hoy decimos adiós a nuestra querida Merche sin dejar por menos que dar gracias por ella, por su presencia y sabiduría. También, sin dejar de pedir su ayuda:
 
Nos prometiste que estarías hoy con nosotros aunque tuvieras que venir en una UVI móvil y has venido, traída por los ángeles que te han instalado en un palco alto con vistas para que no pierdas detalle, como a ti te gusta. Te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor y que nos transmitas la influencia bienhechora de la Comunión de los Santos. Que le digas a Dios que aquí tiene una comunidad que le ama sobre todas las cosas, entre tanta incomprensión y rechazo. Pídele que envíe al Espíritu Santo a proclamar que nuestra orientación afectiva es un regalo que Dios nos da, porque son muchos y diversos los caminos de la salvación. Que nos reserve  un lugar en el Cielo contigo y junto a aquellos que fueron discriminados o perseguidos y a quien Cristo llamó bienaventurados. Con la intersección de Merche, Roguemos al Señor.
 
Merche nos despide con esta oración formada por fragmentos del evangelio de Juan como si ella se dirigiera a nosotros:
 
En la casa del Padre hay muchas estancias. Cuando Jesús nos prepare sitio, volverá y nos llevará con Él, para que donde está Él, estemos también nosotros.
 
Aunque la tristeza os inunde, os conviene que me vaya, porque así os enviaré el Espíritu Santo, el Consolador. Me quedan muchas cosas por deciros, pero no las entenderíais ahora. Será el Espíritu quien os las vaya diciendo, poco a poco, en el tiempo venidero.
 
La paz os dejo, mi paz os doy. No la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque Él es más que yo. Dentro de poco no me veréis y os lamentaréis, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría y nadie os la arrebatará.
 
Padre, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como Tú Padre en mí y yo en Ti. Para que sean completamente uno y el mundo sepa que fuiste Tú el que me enviaste y que los amas como a mí me amas. Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy.
 
Amaos unos a otros como yo os he amado. El Padre no nos llama siervos sino amigos, porque todo nos lo ha dado a conocer. Como el Padre me envíó, os envío yo a vosotros. Y todo lo que pidáis en nombre del Padre se os concederá. Si me amáis, guardad la palabra del Padre y el Hijo y yo os amaré y haré morada con ellos en vosotros.
 
Esta es la vida eterna: que conozcáis al Padre y al que envió. Tú también me has dado a muchos y ellos han guardado tu palabra y han creído que tú me has enviado. Por vosotros ruego, por los que me dieron, porque son del Padre y todo lo del Padre es mío y lo mío del Padre.
 
En la casa del Padre hay muchas estancias. Cuando Jesús nos prepare sitio, volverá y nos llevará con Él, para que donde está Él, estemos también todos nosotros.

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